En la Audiencia General, continuando su catequesis sobre el Misterio Pascual, León XIV reflexionó sobre la humildad de Cristo en la Resurrección.
Foto: Vatican News / Vatican Media
Redacción (08/10/2025 15:21, Gaudium Press) El Papa León XIV, en esta audiencia general de los miércoles, continuó su serie de catequesis sobre “Jesucristo, nuestra esperanza” y acerca de la Pascua de Jesús.
Este miércoles 8 de octubre, a partir del episodio de los discípulos de Emaús, centró su reflexión en “un aspecto sorprendente de la Resurrección de Cristo: su humildad”. El Señor resucitado “no hace nada espectacular para imponerse a la fe de sus discípulos”. Sin “efectos especiales”, “signos de poder” ni “pruebas abrumadoras”, observó el Santo Padre.
No, Cristo se acerca a sus compañeros “discretamente, como un simple transeúnte, como un hambriento que pide compartir un trozo de pan”. Además, ya sea María Magdalena, los discípulos de Emaús o Pedro, todos lo toman, respectivamente, por “un jardinero”, “un extraño” o “un simple transeúnte”, observa el Pontífice.
Precioso Mensaje
“La Resurrección no es un golpe teatral”, sino “una transformación silenciosa que llena de significado cada gesto humano”. Jesús prefiere “el lenguaje de la cercanía, de la normalidad, de la mesa compartida”. Al sentarse a la mesa y comer, demuestra que “nuestro cuerpo, nuestra historia, nuestras relaciones no son empaques para ser desechados. Están destinados a la plenitud de la vida. Resucitar no significa convertirse en un espíritu que se desvanece, sino entrar en una comunión más profunda con Dios y con los hermanos, en una humanidad transfigurada por el amor”.
Así, “en la Pascua de Cristo, todo puede convertirse en gracia”, “incluso las cosas más sencillas”, explica el Sumo Pontífice, para quien “la Resurrección no substrae la vida al tiempo y al esfuerzo”, sino que “transforma su sentido y ‘sabor’. Cada gesto hecho con gratitud y comunión anticipa el Reino de Dios”.
Pero cuidado, advierte León XIV, de no tropezar con un “obstáculo”: “la pretensión de que la alegría debe ser sin heridas”. No debemos caer en el error de los discípulos de Emaús, tristes “porque esperaban otro final, un Mesías que no conociese la cruz. […] El dolor no es la negación de la promesa, sino el camino a través del cual Dios manifestó la medida de su amor”, explica el Papa.
Si abrimos bien los ojos, como finalmente lo hicieron los discípulos, nos damos cuenta de que nuestros corazones “arden”, aunque no nos demos cuenta. “Bajo las cenizas del desencanto y el cansancio, siempre hay una brasa viva, esperando ser reavivada”, afirmó el Papa.
Nada es definitivo para quienes saben acoger a Cristo.
Por lo tanto, “no hay historia tan marcada por la desilusión o el pecado que no pueda ser visitada por la esperanza”. “Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre”. En resumen, “ninguna distancia puede extinguir el poder infalible del amor de Dios”, resumió León XIV.
“A veces pensamos que el Señor solo viene a visitarnos en momentos de recogimiento o fervor espiritual, cuando nos sentimos con fuerzas, cuando nuestras vidas parecen ordenadas y luminosas. Por el contrario, el Resucitado se acerca precisamente en los lugares más oscuros: en nuestros fracasos, en nuestras relaciones desgastadas, en las luchas cotidianas que nos agobian”.
En verdad, Jesús está con cada uno de nosotros incluso en nuestro sufrimiento y soledad. “Nos pide que dejemos que nuestros corazones se calienten”, explicó. Como hizo con los discípulos de Emaús, Cristo “espera el momento en que abramos los ojos para ver su rostro amable, capaz de transformar la decepción en una esperanza confiada, la tristeza en gratitud, la resignación en esperanza”. Jesús quiere ser “nuestro compañero de viaje” y “encender en nosotros la certeza de que su vida es más fuerte que cualquier muerte”.
“Pidamos, pues, la gracia de reconocer su presencia humilde y discreta, de no esperar una vida sin pruebas, de descubrir que todo dolor, si está habitado por el amor, puede convertirse en un lugar de comunión”.
Deje su Comentario