“Que María Santísima, nuestra esperanza, interceda por nosotros y nos guíe siempre hacia Jesús, el Señor crucificado. En Él, hay salvación para todos.”
Redacción (12/10/2025 10:06, Gaudium Press) En la tarde del sábado 11 de octubre, Su Santidad el Papa León recibió a los colaboradores del Dicasterio para la Comunicación en el Palacio León XIII, sede histórica de Radio Vaticano, para un encuentro familiar. Durante la ocasión, el Santo Padre sostuvo la imagen de Nuestra Señora de Aparecida, traída por miembros del equipo editorial brasileño de Radio Vaticano – Vatican News. Para celebrar la festividad de la Patrona, el Papa León XIV bendijo la imagen de Nuestra Señora de Aparecida.
La foto de arriba se compartió en las redes sociales del Vaticano con la siguiente frase: “La auténtica espiritualidad mariana hace presente en la Iglesia la ternura de Dios, su maternidad”.
Jubileo de la Espiritualidad Mariana
La culminación del Jubileo de la Espiritualidad Mariana fue la Misa Solemne presidida por Su Santidad el Papa León XIV este domingo 12 de octubre en la Plaza de San Pedro, que reunió a aproximadamente 50.000 peregrinos de un centenar de países.
Contemplando la imagen original de Nuestra Señora de Fátima, excepcionalmente expuesta en Roma, el Santo Padre, de espiritualidad agustiniana, instó a los fieles a mantener viva la devoción mariana popular, enfatizando que “como leemos en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, cada vez que miramos a María, creemos de nuevo en el poder revolucionario de la ternura y el afecto. En ella, vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a los demás para sentirse importantes. Al contemplarla, descubrimos que ella, que alabó a Dios por «derribar a los poderosos de sus tronos» y «despedir a los ricos con las manos vacías» (Lc 1,52-53), es la misma que asegura la comodidad de un hogar para nuestra búsqueda de justicia». En este mundo que busca la justicia y la paz, mantengamos viva la espiritualidad cristiana, la devoción popular a los acontecimientos y lugares que, bendecidos por Dios, han transformado para siempre la faz de la tierra. Hagamos de esto un motor de renovación y transformación, como exige el Jubileo, un tiempo de conversión y restitución, de reevaluación y liberación. Que María Santísima, nuestra esperanza, interceda por nosotros y nos guíe siempre hacia Jesús, el Señor crucificado. En él, hay salvación para todos”, concluyó León XIV.
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