Ettore Gotti Tedeschi no deja de ser un tanto crítico con el motu proprio “Coniuncta cura” que reformó el IOR.
Redacción (28/10/2025 10:16, Gaudium Press) El 29 de septiembre pasado el Papa León XIV publicó el motu proprio Coniuncta cura, con el cual el Pontífice modificaba cierto flujo de las inversiones vaticanas, dando nuevas competencias al IOR, tal vez más conocido como el ‘Banco Vaticano’, aunque algo impropriamente, como se verá más adelante.
Sobre este asunto y otros conexos, Max Ferrario de Il Sussidiario entrevistó a Ettore Gotti Tedeschi, reconocido economista y quien fue presidente del IOR de 2009 a 2012. Extractamos aquí algunos apartes de esa interesante entrevista, en la que él también apunta que la reforma también corre el riesgo de ser malinterpretada y de socavar la credibilidad económica de la Santa Sede.
Gotti Tedeschi expresa al medio italiano que el motu propio rectifica fallos anteriores:
“Esto no es un cambio de paradigma, sino la corrección de un error previo. El motu proprio de 2022 había concentrado todos los recursos e instituciones vinculados a la Santa Sede en el IOR. Esta centralización generó confusión y temor entre el sector empresarial y los donantes. La nueva intervención de León XIV busca reequilibrar esa decisión, devolviendo un papel operativo a la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica) y a otras entidades. Se trata de una corrección necesaria, no de una revolución”, dice el economista.
¿Pero el IOR pierde su papel de tesorero único?
“No exactamente. Hay que aclarar un malentendido: el IOR no es un banco. Es una institución que gestiona los activos de la Iglesia, pero no realiza intermediación financiera. No capta depósitos para conceder crédito. Debe recurrir a bancos externos, tanto italianos como extranjeros, para operar. Y siempre lo ha hecho, también por razones de transparencia. La clave está en cómo se gestionan los fondos, con qué normas y con qué personal cualificado”.
Sobre las malinterpretaciones del texto, que pueden llevar menoscabo a la credibilidad económica de la Santa Sede, dice Gotti Tedeschi que “el texto sugiere una reducción del IOR, lo que podría interpretarse como una señal de cierre. León XIV es un Papa de gran visión espiritual, pero creo que en estos asuntos técnicos debería confiar en quienes comprenden la complejidad del sistema financiero del Vaticano. No se trata de poder, sino de eficiencia y credibilidad internacional”.
El economista amplia su polémica afirmación de que la Iglesia debe ser “rica”:
“Esto significa que la riqueza de la Iglesia es un indicador de su vitalidad. Una Iglesia pobre no evangeliza, no educa ni apoya obras de caridad. Sus miembros deben vivir modestamente, pero la institución debe ser financieramente sólida para cumplir su misión. No soy yo quien lo dice; Clemente de Alejandría lo explicó en el siglo II: no es pecado tener riquezas, sino no saber usarlas para el bien común. Quienes predican una Iglesia pobre a menudo lo hacen por odio o ideología”.
El profesor italiano cree que la reforma debería centrarse más en la misión que en las finanzas:
“La economía del Vaticano debe ser una herramienta, no un fin. Si pierde su orientación espiritual, se convierte en una caricatura del mundo secular. Las normas, los presupuestos y los procedimientos sirven para dar credibilidad a la misión, no para imitar la lógica del mundo. Por eso digo que necesitamos «hombres, hombres y más hombres»: preparados, honestos y con conciencia espiritual”.
Para Gotti Tedeschi, los indicadores del éxito de la reforma financiera del Papa serían:
“Tres palabras: confianza, transparencia, continuidad. Confianza de los fieles y de los inversores en la buena gestión de los recursos; transparencia en la toma de decisiones; continuidad en la visión, sin oscilaciones entre la centralización y la dispersión. Las reformas funcionan si consolidan lo que ya es bueno, no si crean nuevos centros de poder”.
Para el profesor, la prioridad absoluta para el futuro económico de la Santa Sede “es volver a ser ejemplar, como dijo Benedicto XVI. No tiene sentido imitar modelos mundanos. Necesitamos demostrar que es posible gestionar los recursos espiritualmente, con rigor y fe. La Iglesia debe volver a enriquecerse, no para acumular, sino para dar testimonio. En un mundo que ha perdido la fe en toda autoridad, la única riqueza que aún convence es la que se pone al servicio del bien”.






Deje su Comentario