jueves, 30 de octubre de 2025
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Ileana Guaita: el cáncer que transformó su fe y su forma de ejercer la caridad

Tras ser diagnosticada con cáncer de mama, Ileana descubrió que la felicidad no está en tenerlo todo, sino en abandonarse en las manos de Dios.

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Redacción (30/10/2025 11:42, Gaudium Press) Esposa y madre de tres hijos, Ileana Guaita, española de mediana edad, compartió con Mater Mundi la gran transformación que ha vivido a raíz de su diagnóstico de cáncer de mama.

Ileana relata que antes de la enfermedad ya llevaba una vida definida: “me gustaba planificar, tenerlo todo controlado; era calculadora, una profesional de valía reconocida y con una familia estupenda”. Pero reconoce que, en su vida de fe, Dios “estaba de segundo lugar” y sus planes llevaban la voz principal.

“De alguna forma –asegura– el Señor me fue preparando para lo que se venía con aquel fatal diagnóstico”.

Cuando le diagnosticaron cáncer de mama, todo cambió. Aquel giro radical la hizo confrontar sus ideas de felicidad y realización. En sus propias palabras: “Todas esas mentiras que nos vende el mundo para ser feliz no me servían en la enfermedad”.

Y desde el momento en que dejó de apoyarse en sus capacidades, en lo que ella podía controlar, comenzó a descubrir una nueva vida interior. En medio del dolor, del miedo, de la incertidumbre, el Señor le reveló “todo su poder salvífico, su condición de Padre, su Amor incondicional e infinito”.

“Cuando te sientes incondicionalmente amada por Dios, sólo por ser, entonces es cuando te cambia la vida”, afirma Ileana.

Ella cuenta que aprendió a abandonarse en Él, a ofrecer su sufrimiento, y que experimentó un gran alivio espiritual. En ese proceso dice haber vivido “una especie de infancia espiritual”, acompañada por la intercesión de Santa Teresa del Niño Jesús, “porque Dios nos quiere como niños, abandonados y confiados en su voluntad”.

Poco a poco, durante la enfermedad, Ileana empezó a ver el entorno con otros ojos: descubrió amor, belleza y autenticidad en personas de toda condición, en los detalles cotidianos.

“Lo cotidiano se convertía en algo extraordinario: dejas de mirarte al ombligo, empiezas a vivir el Evangelio y a ver a Dios en todo”. También hubo un momento de entrega incluso de la propia muerte, si era eso lo que tuviera contemplado el plan de Dios: “Lo único que pedía es que Él me ayudara y no me soltara de la mano”.

Su relación con el Señor se volvió íntima: afirma que tiene ahora un trato personal con las tres Personas de la Trinidad, y también una nueva relación con la Virgen María: “una madre y una confidente”.

En el camino —en medio de la enfermedad— Dios cumplió para ella siempre, nunca la dejó sola y le fue otorgando herramientas para sostenerse en el dolor y en la fe. Fue recorriendo un camino de aprendizaje y de sanación interior.

Ilena descubrió que era mejor madre y esposa cuanto menos hacer y más atender: “Me dejé cuidar por los míos y me descubrí mejor madre y esposa cuanto más atención les prestaba”.

El cambio no solo fue personal. Su marido y sus hijos también vivieron una transformación espiritual, cada uno a su ritmo, en su medida. Aunque el cáncer ya no está, Ileana sabe que ya nunca significa estar libre al 100 %. Lo que sí tiene claro es dónde está la verdadera felicidad.

Hoy se alimenta de la Eucaristía, acude a la Confesión —nos muestra la importancia de recibir el Perdón y aprender a perdonar—, a la adoración, la oración y el Santo Rosario. También recuerda con frecuencia las vidas de santos como Santa Teresita del Niño Jesús o San Claudio Colombière SJ, apóstol del Sagrado Corazón de Jesús y del abandono confiado a la voluntad de Dios.

Su testimonio concluye con una invitación: “Si te ayudó o conoces a quién le pueda inspirar, por favor no olvides compartirlo”.

Con información de MaterMundi

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