viernes, 21 de noviembre de 2025
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Cardenal Damasceno pide renuncia al comisariado de los Heraldos del Evangelio – ¿Y ahora qué?

Informaciones confirmaron que el purpurado solicitó renuncia a ese encargo. Y ahora, ¿cómo procederá el dicasterio para religiosos o el Papa?

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Foto: Vatican News

Redacción (20/11/2025 20:11, Gaudium Press) Informaciones confirmaron que el Cardenal Raymundo Damasceno Assis ha solicitado su renuncia al cargo de comisario de los Heraldos del Evangelio y de las Sociedades de Vida Apostólica Virgo Flos Carmeli y Regina Virginum, cargo que le fue confiado en 2019 por el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (DIVCSVA).

Debido a su avanzada edad (88 años) y a las interminables demoras del DIVCSVA (ya ocho años de intervención), se presume que Su Santidad el Papa León XIV aceptará la renuncia. Este jueves 20 de noviembre, el Santo Padre comentó a los obispos italianos que es apropiado que los obispos se retiren a los 75 años y aprendan a decir adiós. El Cardenal Damasceno quiso ahora despedirse sumariamente del moribundo comisariado en que se encontraba. La Visita Apostólica ya había entrevistado a todos los miembros, y él, como comisario, ya había propuesto en varias ocasiones poner fin a toda intervención del dicasterio vaticano.

El comisariado liderado por el cardenal tuvo una larga historia, como se narra en el libro El Comisariado de los Heraldos del Evangelio: Cronología de los Hechos 2017-2025, Sancionados sin diálogo, sin pruebas, sin defensa, lanzado hace unas semanas. La obra está dando de qué hablar. Y también de qué no hablar… pero hay silencios que hablan.

La obra solo esclarece los hechos. Se señalan innumerables perjuicios institucionales, entre los que destaca, sin duda, la asfixia vocacional, que impide el ingreso de nuevos miembros y bloqueo de las ordenaciones diaconales y sacerdotales impuestas por el Cardenal Braz de Aviz. También existen perjuicios financieros, morales y espirituales de todo tipo.

Se sabe que la dirección de la Visita Apostólica, que comenzó en 2017, alentó a los adversarios de los Heraldos a interponer demandas civiles contra la institución. Pues bien, tales litigios llegaron a raudales, de forma articulada y orquestada para difamar a la institución, como demuestran las diversas pruebas presentadas en el libro. Las más de treinta demandas civiles contra los Heraldos se resolvieron a favor de la institución, según el propio informe elaborado por el comisariado con el fin de concluirlo.

Los pasillos del DIVCSVA permanecían poco transitables por el Comisario designado por la propia congregación. Como se comenta en el libro El Comisariado de los Heraldos del Evangelio, en la práctica, el propio comisario fue, en la práctica, comisariado. ¿Y los Heraldos? Ni siquiera sus cartas son respondidas… Si el libro ya referido suscitaba muchas preguntas sobre el futuro de los Heraldos del Evangelio, la dimisión del Cardenal Damasceno no es una respuesta, sino más bien una nueva caja de Pandora.

Ante todo, la gran duda que persiste es la siguiente: ¿El Cardenal Damasceno renunció o “fue renunciado”?

La primera hipótesis es plausible si consideramos que el Cardenal Arzobispo Emérito de Aparecida ya había intentado por todos los medios poner fin al comisariado y, al fracasar en su intento, recurre a una medida extrema.

La segunda hipótesis también es verosímil, pues quizá ya no le interesa al ahora dicasterio que el comisariado continúe en el baño-maría. Al igual que durante la Visita Apostólica (2017-2018), el presente comisariado no encontró nada grave que desacreditara a los Heraldos. ¿Comenzará ahora una nueva oleada de intervenciones con reiterados atropellos a la ley?

Lo que sí es seguro es que el Papa León XIV ya está al tanto del kafkiano proceso de los Heraldos del Evangelio, parafraseando a Andrea Gagliarducci (véase el artículo: El caso de los Heraldos del Evangelio). Ahora bien, una vez aceptada la renuncia al comisariado, como todo indica, ¿cómo se desarrollará todo el asunto? ¿Seguiremos leyendo nuevos capítulos de Kafka? ¿O llegará finalmente a su fin esta novela interminable? El problema de continuar la ficción del autor checo es que termina muy mal: el reo es ejecutado sin que se conozca el motivo de su condena… ¿es esta la intención del dicasterio?

Otra hipótesis que se baraja es la siguiente: Los Heraldos ya han demostrado su inocencia en todos los tribunales, tanto civiles como canónicos. ¿Se formularán nuevas acusaciones para provocar una mayor intervención? ¿Volverán a sus tácticas habituales? Ya Cicerón conocía este procedimiento: “Alios vidi ventos alias prospexi animo procellas” — “He visto otros vientos, he afrontado otras tormentas con el mismo espíritu” (In L. Calpurnium Pisonem Oratio, n. IX).

Si nada se ha probado con hechos, ¿acaso entrarán ahora en el terreno de las ideas? Ya se ha oído en ciertos círculos eclesiásticos más ideologizados que el problema de los Heraldos es su “mentalidad”. Siendo así, ¿pasamos a otra obra de ficción, concretamente a 1984 de George Orwell, donde se imaginó una “policía del pensamiento”?

Además, persiste la pregunta fundamental: ¿Seguirá el dicasterio una eclesiología basada en el Concilio Vaticano II, según la cual los carismas deben ser “deben ser recibidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia”? (Lumen Gentium, 12). ¿O seguirá la lógica de los regímenes autocráticos (como los retrató Orwell) y se lanzará al todo o nada?

En una entrevista reciente, la hermana Simona Brambilla, actual prefecta del DIVCSVA, comentó que su dicasterio tiene «una gran actividad de escucha».¹ Ahora bien, ¿escuchará también a una buena parcela de la opinión pública que clama por justicia en el “caso de los Heraldos del Evangelio”, o solo oirá los cantos de sirena de sus detractores?

Si hasta ahora no se ha encontrado nada, ¿vamos a pasar a una nueva fase de acusaciones, como en la fábula de Esopo del Lobo y el Cordero, donde se acusa al cordero de toda clase de crímenes —incluso imposibles— hasta el punto en que el lobo ataca violentamente al indefenso cordero?

Desconocemos qué guión pretende aplicar el dicasterio: Kafka, Orwell, las Sirenas de Homero, la fábula de Esopo u otros que puedan estar sobre la mesa… En cualquier caso, el Papa León XIV tendrá una gran oportunidad para corregir el rumbo de esta triste historia que perjudica no solo a los Heraldos, sino a toda la Iglesia: “Si un miembro sufre, todos sufren con él” (1 Cor 12, 26).

Hasta el momento, el relato de la intervención en los Heraldos ha superado la ficción. A partir de ahora, el Santo Padre tendrá la oportunidad sin precedentes de integrarlo en la Historia de la Iglesia Católica en lo que tiene de más bello: el heroísmo de las grandes decisiones que pueden cambiar el curso de los acontecimientos. Y esto no se construye con relatos aún más grandiosos, sino confirmando a sus hermanos (cf. Lc 22, 32), como lo hizo Pedro, a quien León XIV sucedió en la caridad y la verdad.

Por Luis Fernando Ribeiro

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