El libro en cuestión no es un ataque ni una protesta, ni pretende perjudicar a nadie. Se trata de una mera obra de carácter tutelar, motivada por el deber de conciencia, de justicia y de amor a la Iglesia. Los Heraldos han sido impelidos, por deber moral, a ofrecer las debidas aclaraciones.
Redacción (23/11/2025 09:24, Gaudium Press) La Iglesia perseguida. Sin esta característica no se logra entender la historia de la Esposa de Cristo, la Santa Iglesia Católica.
La persecución comienza en la más tierna infancia de su Divino Fundador. Cuando pensamos en Herodes: “Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño… para ir yo también a adorarlo” (Mt 2, 8), quedamos perplejos. Qué podría hacerle a este inescrupuloso tetrarca un niño, nacido en una gruta y acostado en un pesebre. Sin embargo, en su frustrado intento, no dudó en asesinar a todos los niños menores de dos años.
Cuando leemos, en los Santos Evangelios, la vida pública de Jesús, encontramos el odio contra su persona creciendo con el correr de su vida pública hasta el momento en que los fariseos tomaron la decisión de darle muerte (Jn 11, 54). No toleraban su presencia haciendo el bien o enseñando el camino de la salvación.
El odio furioso de Nerón se desató, contra los cristianos, a inicios del año 64 de nuestra era, esta persecución sangrienta duró, con intermitencias, hasta el año 313, cuando el Emperador Constantino concedió, con el Edicto de Milán, la libertad a la Iglesia.
“Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Jn 15, 20), estas palabras de Jesús muestran la adversidad y la incomprensión ante la existencia del verdadero fiel. Es la señal de ser sus verdaderos discípulos. Reflejando la incompatibilidad entre la doctrina del mundo y la de Cristo. “Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo” (Gn 3, 15), desde el tiempo de nuestros primeros padres hay un irreconciliable antagonismo.
A lo largo de los siglos, la Esposa de Cristo, no dejó de enfrentar los más variados ataques, no pocas veces cruentos, y continuas oposiciones, a veces abiertas, a veces enmascaradas. En concreto, los malos no soportan a los buenos…
¿Y en nuestros días? Las hay cruentas, vemos verdaderos mártires cristianos ser asesinados por vivir su fe católica en diversos lugares del mundo. Pero, también encontramos el odio contra aquellos que practican el bien manifestado en múltiples aspectos.
Y aquí llega un “tema caliente”, como lo califica el reconocido vaticanista Specola; así como otro, precisamente Andrea Gagliarducci, reconocido experto vaticanista en la actualidad, al comentar el libro publicado y organizado por el canonista Dr. José Manuel Jiménez y la Hermana Juliane Campos, Doctora en Filosofía, ambos de los Heraldos del Evangelio, en Vatican Reporting.
El Comisariado de los Heraldos del Evangelio: Crónica de los acontecimientos 2017-2025. Castigados sin diálogo, sin pruebas, sin defensa, con ediciones en portugués, español e italiano, detalla en más de setecientas páginas la historia de los Heraldos del Evangelio, desde la decisión de nombrarles un Comisario Pontificio en 2019, tras una Visita Apostólica que comenzó en 2017.
Comenta Gagliarducci, que el libro “lanzó el primer ‘grito’ esclarecedor ante un hecho, que no dejaría de clasificarlo como persecutorio, mismo dentro de los medios eclesiásticos católicos de nuestros días”, al decir que: “La visita apostólica y, posteriormente el comisariado, impactaron en una de las realidades más prósperas de las congregaciones religiosas, con obras en 78 países y una vocación de llevar la cultura y crear una civilización del amor que complació a Juan Pablo II, tanto que los Heraldos fueron la primera asociación religiosa erigida por la Santa Sede en el nuevo milenio. Se han formulado numerosas acusaciones contra los Heraldos del Evangelio. Se dice que desobedecieron la decisión del Dicasterio de no aceptar menores. En realidad, fueron las familias de estos menores, consternadas por esta decisión y la violación de sus derechos, quienes asumieron la responsabilidad de mantener a los niños en un ambiente sano y católico. Se ha hablado de exorcismos realizados fuera de la jurisdicción diocesana, pero en realidad se trataba de ‘oraciones de sanación’, una especie de ‘exorcismo carismático’ cuya naturaleza también fue aclarada por el obispo local. Ante todo, cabe destacar que más de treinta acusaciones civiles y canónicas presentadas contra los Heraldos del Evangelio terminaron bien para ellos, como lo atestigua la propia comisión designada por la Santa Sede. Llama la atención que los Heraldos recalcan que nunca se les informó de los motivos de la visita apostólica ni del nombramiento de un comisario. Siendo una realidad floreciente dentro de la Iglesia, los Heraldos del Evangelio no han podido realizar ordenaciones diaconales ni sacerdotales desde 2019 – contrariamente a la práctica del propio Dicasterio – privando a la Iglesia de cerca de 100 nuevos sacerdotes. Todo se ha paralizado en un proceso que parece interminable”.
Extenso aparato documental
Teniendo el libro en manos, se encuentra un extenso aparato documental recopilado por la propia comisión y recogido en el mismo, percibiendo la artificialidad: acusaciones orquestadas – con la ayuda, como se demuestra, incluso de ciertos eclesiásticos – precisamente para crear un frenesí mediático.
Bien dicen los autores que este libro no fue escrito para crear controversia, sino para honrar la verdad y permitir que cada lector tenga el discernimiento suficiente para comprender la realidad y la conciencia para juzgar cualquier hecho o noticia relacionada. Presentando de manera objetiva, serena y ordenada lo que realmente ocurrió, sin omisiones ni exageraciones, y con profundo respeto por la autoridad de la Santa Iglesia.
«Si hablé mal, muéstrame en qué, y si bien, ¿por qué me pegas? (Jn 18, 23). La actitud de ciertos miembros de la autoridad eclesiástica, hacia los Heraldos del Evangelio, nos recuerdan las palabras del Divino Maestro; injustamente cuestionados y atacados, lanzan acusaciones, mantienen las sospechas, prolongan las medidas, pero las pruebas nunca aparecen. Mientras tanto, la duda persiste, el honor se ve herido y el bien realizado por tantas personas, religiosas como laicas, permanece oculto. Esto no es una defensa retórica, sino un relato fiel de los hechos, respaldado por documentos y registros públicos.
Relata detalladamente la sucesión ininterrumpida de aberraciones, abusos de autoridad, fraude, violaciones de derechos, intimidación, calumnias, falsas esperanzas, abusos de conciencia, manipulación de documentos, imposiciones dictatoriales… Ninguna de las palabras de esta enumeración es banal ni exagerada. No falta nada. Esta multiplicación de transgresiones contra la ley, revelan una persecución ideológica, a veces impulsada por el odio personal y enmascarada por burdas apariencias de legalidad, cuya sentencia, sin embargo, ya se había dictado mucho antes de que comenzara todo el proceso.
Resumiendo, podemos decir que, el libro en cuestión, no es un ataque ni una protesta, ni pretende perjudicar a nadie. Se trata de una mera obra de carácter tutelar, motivada por el deber de conciencia, de justicia y de amor a la Iglesia. Los Heraldos han sido impelidos, por deber moral, a ofrecer las debidas aclaraciones. Estaba en juego no solo la buena reputación de la institución y de sus miembros – comprometidas por las sombras de duda provocadas por la campaña de calumnias -, sino también la reputación de la propia Iglesia Católica.
(Publicado originalmente en La Prensa Gráfica de El Salvador, 23 de noviembre de 2025)
Por el P. Fernando Gioia, EP




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