Ocho años de persecución ideológica han sacado a la luz las malas intenciones y el abuso de poder de ciertos eclesiásticos, y han revelado la inadecuada conducta canónica y moral de muchos de estos intervinientes…
Foto: Vatican News
Redacción (24/11/2025 09:59, Gaudium Press) El libro sobre «El Comisariado de los Heraldos del Evangelio», publicado hace unas semanas, ha causado revuelo en círculos católicos internacionales. Disponible en portugués, español e italiano, el libro va camino a convertirse en un “best-seller”. (Sobre este tema, véase el artículo: Cardenal Damasceno pide renuncia al comisariado de los Heraldos del Evangelio – ¿Y ahora qué?)
Y no podía ser de otra manera, ya que la opinión pública está ansiosa por conocer la verdad tras la ola difamatoria forjada contra la Institución en los últimos años.
Estos penoso ocho años en los que los Heraldos del Evangelio mantuvieron silencio y cordialidad —además de toda buena conducta humana— terminaron acumulando tanto en el dique que los contenía que este no pudo soportar tal cantidad de irregularidades; ¡los propios hechos lo rompieron!
De hecho, la “misericordia” de que ha sido objeto la Institución causa perplejidad:
Ordenaciones diaconales y presbiterales fueron prohibidas “suo iure” por el cardenal Braz de Aviz. Cabe destacar que, según el Derecho Canónico, ningún Comisario Pontificio (ni ningún Dicasterio) tiene la facultad de impedir que diáconos transitorios idóneos asciendan al sacerdocio, si no existe impedimento canónico. [1]
Imposibilidad de diálogo con los superiores del Dicasterio que los censuran, lo que revela una flagrante restricción del derecho a la defensa [2];
Abuso de autoridad [3] no solo por parte de Su Eminencia el Cardenal João Braz de Aviz —según la abundante documentación recopilada en el libro—, sino también de la actual Prefecta del Dicasterio, la Reverenda Hna. Simona Brambilla, sumamente dispuesta a escuchar a quienes se oponen a la Asociación, pero poco dispuesta a escuchar a la otra parte, ni siquiera a quien fue enviado a representar al dicasterio, es decir, el propio comisarioi, el Cardenal Raymundo Damasceno.
La Hermana Brambilla, la primera mujer al frente de un Dicasterio, terminó frustrando la —como ella misma la llamó— “conversión sinodal”, cuyo propósito es, en sus propias palabras, “escuchar, (…) con la conciencia de que la otra persona tiene mucho que revelarme y de que el Espíritu puede hablar a través de cualquier persona”;[4] más aún si esta persona tiene pruebas de lo que dice.
De hecho, los Heraldos del Evangelio recibieron sentencias favorables en más de 30 causas civiles —abiertas en parte por instigación de los propios emisarios del dicasterio—, demostrando así un desprecio por la justicia brasileña (y latinoamericana) y por los reconocidos jurados que emitieron opiniones tan claras sobre la Institución, así como por el ilustre jurista Ives Gandra.
En resumen, todo este “affaire” se ha manejado con gran “misericordia” sinodal, en la que sus autores ejercen una inconfesada soberanía de veredicto, otorgándose los roles de demandante, auxiliares de la justicia, peritos y, por supuesto, también de jueces. En estos casos, incluso cardenales, como el Cardenal Damasceno, acaban condenados a renuncia, ya que las sentencias parecen dictarse antes de cualquier procedimiento judicial…
Sin embargo, ocho años de persecución ideológica no solo arrojaron luz sobre la mala fe y el abuso de poder de ciertos eclesiásticos, sino que también revelaron la conducta inadecuada (canónica y moral) de muchos de estos intervinientes; además de evidenciar el afán de embargar los bienes de estas mismas Asociaciones e Institutos, hasta el punto de querer disolverlos para obtener su patrimonio.[5]
Esta situación, que revela una situación más grave de lo que se podría suponer dentro de la propia Iglesia, exige transparencia y justicia.
Cada día se revelan nuevos abusos por parte de quienes, en este caso, tergiversan la verdad, hasta el punto de inducir al error al propio Papa León XIV con información infundada y mendaz.[6]
Ante esta confusa situación, ¿qué hará León XIV?
Por ahora, parece apropiado que el día a día vaya revelando la vida de cada uno (y de cada una) de los que se dispusieron a difamar, calumniar y perjudicar a los Heraldos del Evangelio, para que, en el momento ideal, la “misericordia” que impulsó todo este proceso se haga evidente para todos.
Cuando un libro es hecho “best-seller”, los primeros en desear nuevos volúmenes son los propios lectores.
Por Bonifácio Silvestre
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[1] Cf. Código de Derecho Canónico. São Paulo: Loyola, 2024, hic, c. 1030. Véanse también las pp. 182 a 186.
[2] Cf. Código de Derecho Canónico. São Paulo: Loyola, 2024, hic, c. 221 y 1627.
[3] Cf. Código de Derecho Canónico. São Paulo: Loyola, 2024, hic, c. 1378 § 1º.
[4] “A conversão sinodal começa com a escuta”. Entrevista con Simona Brambilla. In: https://ihu.unisinos.br/659549-a-conversao-sinodal-comeca-com-a-escuta-entrevista-com-simona-brambilla
[5] Recomiéndase la lectura de las págs. 245-249 de la obra “El Comisariado de los Heraldos del Evangelio”, donde tal proceder espúreo no deja de permitir la sospecha, incluso, de una eventual usurpación de oficio.
[6] A quien interesa leer el comunicado de prensa publicado por los Arautos do Evangelho, ver: https://www.arautos.org/arautos/sobre-o-livro-o-comissariado-dos-arautos-do-evangelho




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