Desde ahora y hasta octubre de 2026, la ciudad española acogerá a peregrinos de todo el mundo, atraidos por la preciada reliquia que allí está desde el S. XV.
Redacción (25/11/2025 13:48, Gaudium Press) Una de las reliquias más preciadas de la cristiandad será el centro de la vida religiosa de Valencia este año. Su arquidiócesis acaba de inaugurar el tercer Año Jubilar dedicado al Santo Cáliz, reliquia venerada por ser el vaso utilizado por Nuestro Señor durante la Última Cena.
La ceremonia de apertura del Jubileo fue presidida el 30 de octubre por el arzobispo valenciano Enrique Benavent, en una catedral abarrotada donde se exhibía la reliquia. Este año especial, bajo el lema “Cáliz de la Esperanza”, busca ofrecer a los peregrinos un encuentro renovado con el sacramento de la Eucaristía en el contexto del Jubileo de la Esperanza, que se celebra en Roma hasta el 6 de enero.
En los próximos meses, un ambicioso programa pastoral, devocional y cultural centrado en el Cáliz marcará la vida de la arquidiócesis. Celebrado cada cinco años en honor a la reliquia, que se conserva en la Catedral de Santa María de Valencia, el Jubileo Eucarístico de este año fue concedido por el Papa Francisco en 2015.
En su homilía, el Arzobispo de Valencia invitó a los fieles a “permitir que su peregrinación exterior a la catedral refleje un retorno interior al Cenáculo —la sala de la Última Cena— donde la Iglesia recibió por primera vez la Eucaristía”.
Un año arraigado en la Eucaristía
Para el padre Álvaro Almenar Picallo, canónigo de la catedral y custodio del Santo Cáliz, esta dimensión sacramental es esencial. “Es fundamental subrayar que este año jubilar nos ha sido concedido como año eucarístico, porque la reliquia del Santo Cáliz es inseparable de la institución del sacramento de la Eucaristía”, declaró al National Catholic Register.
Por ello, añadió, el arzobispo Benavent “ha querido que enfaticemos en la predicación y la catequesis la importancia de la misa dominical”. Una verdadera devoción al Santo Cáliz, añadió, “debe conducir a una verdadera adoración eucarística, considerando este sacramento como un alimento que nos fortalece”.
El llamado del arzobispo a una “peregrinación interior” es uno de los temas que el custodio considera más importantes. Dicha peregrinación, dijo, invita primero a los fieles a “no acostumbrarse a los años jubilares”, sino a recibirlos como ocasiones especiales de gracia.
También exige, en su opinión, “la gracia de una vida cristiana auténtica y coherente”, en la que la liturgia y la vida cotidiana se reflejen fielmente. En definitiva, espera que este año fomente “una verdadera piedad eucarística que nos ayude a reconocer al Señor en la fracción del pan y a compartir lo que celebramos con esperanza, especialmente con los abandonados”.

Puerta de los Apóstoles, Catedral de Valencia, España
Junto a este énfasis pastoral, Valencia presenta el jubileo desde una perspectiva cultural más amplia. La “Ruta Urbana del Santo Cáliz”, que conecta monasterios, palacios, iglesias e instituciones históricas vinculadas a la reliquia, se ha renovado para la ocasión.
El Almudín, un granero medieval en el centro de la ciudad, sirve ahora como punto de recepción para los peregrinos y alberga una exposición dedicada a la importancia histórica y artística del Cáliz.
La reliquia en sí es una pieza relativamente pequeña y delicada: una copa lisa de ágata roja oscura, finamente elaborada, que mide aproximadamente 8,9 cm. de altura y está colocada sobre una base medieval de oro adornada con perlas, rubíes y esmeraldas.
Dado que la copa se conserva tras un cristal protector en una capilla dedicada a ella en la catedral, los visitantes usualmente no pueden acercarse a ella. Una reciente digitalización 3D de alta resolución de la reliquia pronto permitirá a visitantes de todo el mundo examinarla con una precisión sin precedentes.
Historia, leyenda y devoción
Mientras se desarrolla el jubileo, resurge la cuestión de la autenticidad del Cáliz. Mencionado en la tradición Artúrica como el misterioso Grial buscado por los Caballeros de la Mesa Redonda, la reliquia siempre ha sido objeto de todo tipo de teorías y leyendas. Aunque el Vaticano no ha reconocido formalmente su autenticidad, ha sido venerado como una reliquia importante a lo largo de los siglos.
Teniendo en cuenta su historia, el Padre Picallo tuvo cuidado de contextualizar la postura de la Iglesia sobre la reliquia. “Esta concesión no certifica que el cáliz de Valencia sea el auténtico y original usado por Jesucristo en el Cenáculo con sus apóstoles”, declaró, “pero sí otorga gran seriedad y autenticidad a todo el relato tradicional e histórico que apoya y afirma que el cáliz de Valencia es la misma ‘copa de bendición’ que habría estado sobre la mesa de la Última Cena y en las ‘santas y venerables manos’ de Jesús”.
Según la tradición, la reliquia, actualmente venerada como el Cáliz Valenciano, fue llevada de Jerusalén a Roma por San Pedro y utilizada por los primeros papas. Durante las persecuciones cristianas bajo el emperador romano Valeriano, el papa Sixto II la confió a su diácono San Lorenzo, quien la envió a su región natal, cerca de Huesca.
Durante la invasión musulmana se resguardó en varios monasterios del Pirineo, incluido San Juan de la Peña, donde un documento del siglo XI menciona un cáliz de piedra preciosa, antes de entrar en el tesoro de los reyes de Aragón. En 1437, el rey Alfonso V lo confió a la Catedral de Valencia, donde se venera desde entonces.
El cáliz sobrevivió a dos exilios: primero durante la invasión napoleónica, cuando fue llevado a Mallorca para su custodia, y más tarde durante la Guerra Civil Española, cuando fue escondido en la localidad de Carlet.
En las últimas décadas, esta reliquia adquirió un renovado protagonismo cuando San Juan Pablo II celebró la Misa con ella durante su visita a Valencia en 1982, seguido por Benedicto XVI en 2006 durante el Encuentro Mundial de las Familias.
Los peregrinos que visiten la catedral de Valencia durante este Año Santo —además de recibir los sacramentos de la confesión y la Comunión y rezar por las intenciones del Papa— podrán obtener la indulgencia plenaria.
Con información del National Catholic Register.






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