El Papa publicó ‘In unitate fidei’ a pocos días de su viaje a Turquía, y el día de Cristo Rey del Universo.
Redacción (25/11/2025 14:42, Gaudium Press) A pocos días del inicio del Viaje Apostólico a Turquía y Líbano, entre otros motivos para conmemorar el 1700 aniversario del Concilio Nicea, que define la relación personal entre naturaleza divina y la humana de Jesucristo, el Papa León publicó la Carta Apostólica In unitate fidei (En la unidad de la fe), con la intención de “animar en toda la Iglesia un renovado impulso a la profesión de la fe, cuya verdad, que desde hace siglos constituye el patrimonio común entre los cristianos, merece ser confesada y profundizada de modo siempre nuevo y actual”.
La Carta, publicada el pasado domingo con ocasión de la fiesta de Cristo Rey del Universo
En tiempos del Concilio, Arrio enseñaba falsamente que Jesús no era verdadero Hijo de Dios, sino una especie de ser intermedio. El obispo Alejandro de Alejandría y desde entonces muchos otros prelados combatieron esta herejía. El emperador Constantino convocó el Concilio en Nicea, reuniendo a 318 obispos, los “318 Padres”, Padres conciliares que proclamaron que Cristo es “de la misma sustancia (homooúsios) del Padre”, rechazando el arrianismo. Usaron términos como “sustancia” no para helenizar la fe, sino para expresar claramente la verdad bíblica: Dios se hizo hombre en Jesucristo, y por tanto cercano a los hombres.
El Credo surgido de Nicea profesa que el Hijo “bajó del cielo” por nuestra salvación, se encarnó, murió y resucitó. San Atanasio defendió que sólo si Cristo es verdaderamente Dios puede salvarnos y divinizarnos. La encarnación completa significa que Dios asumió cuerpo y alma humanos.
Tras Nicea hubo conflictos, pues el arrianismo no se rendía, pero los “jóvenes nicenos”, es decir, una generación tras el Concilio de Nicea, como los tres Padres Capadocios de Oriente (San Basilio Magno, San Gregorio de Nisa y San Gregorio Nasianseno) fueron completando la formulación trinitaria, hasta que en el primer concilio de Constantinopla (381), se añadió el artículo sobre el Espíritu Santo, en el credo que se llamó Niceno-Constantinopolitano: “Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre. Con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, y ha hablado por medio de los profetas”.
El Papa León invita a examinar: ¿qué significa Dios hoy? ¿Cómo seguimos a Cristo? ¿Amamos al prójimo como expresión del amor a Dios? Nuestra fe en el Resucitado Hijo de Dios debe testimoniar misericordia ante guerras y miseria.
El documento destaca el valor ecuménico de Nicea. Aunque falta unidad visible plena, el Credo común une a cristianos de todas las tradiciones. Se necesita un ecumenismo orientado al futuro, basado en diálogo, conversión y oración al Espíritu Santo.
El texto concluye con una oración al Espíritu Santo pidiendo que reavive la fe, una los corazones, guíe hacia la comunión y reúna a los cristianos en un solo rebaño “para que el mundo crea”.






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