A su regreso de Beirut León XIV habló de un libro cuya lectura permitiría conocer su espiritualidad.
Redacción (04/12/2025 09:43, Gaudium Press) A su regreso a Roma desde Beirut, después de haber estado por más de tres días en Turquía y Líbano, León XIV atendió generosamente las preguntas de los periodistas, en la ‘rueda de prensa’ habitual a su regreso de un viaje apostólico.
Al responder una de ellas el Papa hizo alusión a un libro que ha sido importante en su espiritualidad, “La práctica de la presencia de Dios” del hermano Lawrence.
“Uno de ustedes, que es periodista alemán—contó el Pontífice, me dijo aquí el otro día: «Dígame un libro, además de San Agustín, que podamos leer para entender quién es Prevost». Hay muchos, pero uno de ellos es un libro que se llama «La práctica de la presencia de Dios». Es un libro muy sencillo, de alguien que ni siquiera firma con su apellido, el hermano Lawrence, escrito hace muchos años. Pero describe un tipo de oración y espiritualidad en la que uno simplemente entrega su vida al Señor y permite que el Señor lo guíe. Si quieren saber algo sobre mí, sobre lo que ha sido mi espiritualidad durante muchos años, en medio de grandes desafíos, viviendo en Perú durante los años del terrorismo, siendo llamado al servicio en lugares en los que nunca pensé que sería llamado a servir. Confío en Dios y este mensaje es algo que comparto con todas las personas”, expresó el Pontífice.
De hecho el Hermano Lawrence ((Nicolas Herman, 1614-1691) no fue agustino sino monje carmelita descalzo francés, que nace en una familia campesina, y prontamente se torna soldado. Algunos relatos dicen que entró de 26 años, otros que de 50, al monasterio carmelita descalzo en París, como hermano lego.
A pesar de su condición humilde, incluso en el propio monasterio, las gentes los buscaban pues sentían la paz que emanaba de su alma. Su sabiduría, transmitida en esas conversaciones y cartas, son la base de “La práctica de la presencia de Dios”, el libro querido por el Papa.
El mensaje central de “La práctica de la presencia de Dios” es cultivar la conciencia constante de que Dios está presente en cada momento del día, y que la unión con él puede transformar las tareas más ordinarias y mundanas en actos de adoración. El hermano Lawrence enseña que no es necesario realizar grandes acciones espirituales, sino simplemente hacer todo —desde cocinar hasta barrer— con amor a Dios y para Dios. Esta práctica requiere entregar completamente la vida al Señor, permitiendo que Él guíe cada paso, y mantener una conversación interior continua con Dios durante el trabajo, el descanso y todas las actividades diarias. El resultado es una paz profunda e inquebrantable que nace de vivir en la presencia divina constante, sin importar las circunstancias externas. Es una espiritualidad fácil, accesible a todos, basada en la simplicidad, la humildad y el amor.
“No es necesario hacer grandes cosas. Yo volteo mi tortilla en la sartén por amor a Él, y cuando eso está hecho, si no hay nada más que me llame, me postro en adoración ante Él”, dice el Hermano Lawrence.






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