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En vísperas del «Concierto con los pobres», el papa León XIV recibió a los organizadores y artistas que participan en el evento. Destacó que «la música puede ser verdaderamente una forma de amor, una vía pulchritudinis que conduce a Dios».
Redacción (07/12/2025 09:48, Gaudium Press) En vísperas de la sexta edición del Concierto con los pobres —una iniciativa instituida por Francisco y que ya se ha convertido en una tradición—, León XIV recibió el viernes 5 de diciembre a los distintos organizadores y artistas que participarán en el evento.
El concierto se celebra en el contexto de la preparación para la Navidad, tiempo en el que «celebramos al Señor Jesucristo que se hace cercano y pobre por nosotros» (cf. 2 Cor 8,9).
¡Dios es caridad, Dios es amor!
Citando la primera encíclica del papa Benedicto XVI, Deus caritas est, publicada precisamente el día de Navidad, el papa recordó que el misterio de la Encarnación del Verbo es «la revelación del amor que Dios Padre tiene por cada uno de nosotros. «Dios, que se hace niño, que se confía al cuidado de padres humanos, que se ofrece por cada uno de nosotros, es el icono del amor divino que viene a salvarnos», enfatizó.
«Dios es caridad, Dios es amor», prosiguió León XIV, destacando que, al contemplarlo, «podemos aprender a amar como Él nos ha amado; podemos descubrir que el mandamiento del amor corresponde a nuestras necesidades más auténticas. Porque es precisamente «cuando amamos cuando nos realizamos verdaderamente».
Un concierto para los más frágiles
Para el Papa, el Concierto con los pobres no es solo «una presentación de buenos artistas o un simple espectáculo musical», ni tampoco «un momento de solidaridad para calmar nuestra conciencia ante las injusticias de la sociedad». León XIV deseaba que, al participar en este evento, todos recordaran las palabras del Señor: «Cada vez que lo hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).
Retomando su exhortación apostólica Dilexi te, sobre el amor a los pobres, el Pontífice explicó además: «No estamos en el ámbito de la beneficencia, sino en el de la Revelación: el contacto con quienes no tienen poder ni grandeza es una forma fundamental de encontrar al Señor de la historia. A través de los pobres, Él todavía tiene algo que decirnos».
Esto también nos recuerda que «la dignidad del hombre y de la mujer no se mide por lo que poseen», y añadió: «no somos nuestros bienes y posesiones, sino hijos amados de Dios; y ese mismo amor debe ser la marca de nuestro actuar con el prójimo».
La música, un don de Dios
Inspirándose en San Agustín, León XIV reflexionó que la música siempre «ha desempeñado un papel importante en la experiencia cristiana». En la liturgia, en particular, afirmó que el canto nunca es una «banda sonora» o un simple fondo musical. Su objetivo es «elevar el alma para llevarla lo más cerca posible del misterio que se está celebrando».
San Agustín escribió en su Comentario a los Salmos: «Debéis cantarle, pero no desafinados. Él no quiere que se ofendan sus oídos. Cantad con arte». En la música, el cuidado, el esfuerzo, el arte y la armonía que de ella se deriva son importantes: es «verdaderamente un don precioso que Dios ha concedido a toda la humanidad», afirmó. Porque «la música puede representar realmente una forma de amor, una via pulchritudinis que conduce a Dios». De este modo, la belleza, insistió, es un «don de Dios a todos los seres humanos, unidos por la misma dignidad y llamados a la fraternidad».
El Papa concluyó dando las gracias a «todos los que están trabajando para el éxito del concierto», confiándolos a la «intercesión maternal de María Santísima Inmaculada» e invocando la protección de Santa Cecilia, «patrona de los músicos».
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