martes, 23 de diciembre de 2025
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“Los embriones no son objetos”: la madre de seis hijos que llega al Ministerio de Justicia de Lituania

Creyente y abogada, Kristina Zamaryte-Sakaviciene asume como viceministra de Justicia con defensa de la vida, la familia y la dignidad humana.

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Redacción (23/12/2025 10:01, Gaudium Press) La historia de Kristina Zamaryte-Sakaviciene comienza con una escena aparentemente cotidiana, el nacimiento de su quinto hijo. Sin embargo, la reacción incrédula de una enfermera —que incluso le sugirió que no volviera— se convirtió en un recordatorio de cómo la sociedad contemporánea mira con desconfianza a las familias numerosas.

Años después, cuando dio a luz a su sexto hijo, aquella experiencia se había transformado en un símbolo de alegría y fidelidad a la maternidad.

Hoy, esa misma mujer ocupa uno de los cargos más relevantes del Gobierno de Lituania, es viceministra de Justicia. Madre de seis hijos, abogada y fiel creyente en Dios, Zamaryte-Sakaviciene ha ganado notoriedad por su defensa de la vida, la familia y la dignidad humana.

Su nombramiento, en 2025, bajo la dirección de la ministra Rita Tamašuniene, fue recibido con entusiasmo por amplios sectores de la sociedad lituana, que vieron en ella un ejemplo de coherencia moral y compromiso con el bien común. Su responsabilidad abarca áreas tan diversas como el derecho civil y administrativo, la mediación, la política forense y el desarrollo del sistema legal del país.

Para la nueva viceministra, este cargo es una verdadera vocación. “Es una mezcla de vocación y logro profesional —ha dicho—, fiel a mi deseo de contribuir al bien común y a la protección de los derechos humanos”.

Fe y justicia

Formada en derecho y ética, Zamaryte-Sakaviciene inició su carrera en 2006 en el Parlamento lituano. Más tarde trabajó en organismos de control sanitario y en instituciones dedicadas a la bioética y a la promoción de valores sociales inspirados en la doctrina social cristiana.

Para ella, la fe y la ley no son ámbitos opuestos, sino complementarios: “Ambas buscan la verdad y la justicia, y los derechos humanos no dependen de creencias religiosas, sino de la dignidad inherente a cada persona”.

Su visión ha despertado tanto admiración como controversia. Figuras como el cardenal Sigitas Tamkevicius —ex prisionero político bajo el régimen soviético— y el arzobispo Kestutis Kevalas han defendido públicamente su nombramiento.

Tamkevicius elogió su clara postura cristiana sobre la vida, la familia y la sexualidad, y la calificó como “un ejemplo inspirador para los católicos seculares y todas las personas de buena voluntad de que no necesitamos ser observadores pasivos de lo que está sucediendo en la Lituania de hoy, sino defender claramente los valores eternos”.

“Los niños no deben ser tratados como objetos”

Zamaryte-Sakaviciene ha sido clara en su postura frente a la manipulación de embriones, la reproducción asistida y el aborto. “La justicia —no la religión— exige proteger la vida desde la concepción y evitar que los niños se conviertan en objetos del deseo o conveniencia de los adultos”, explica.

En su opinión, la creciente manipulación de embriones “está impulsada por cambios culturales que elevan la conveniencia, los deseos y los intereses de los adultos por encima del derecho de un niño concebido a nacer y a vivir”.

“Los embriones humanos no deben ser tratados como un objeto”, afirma. “Los gobiernos deben apreciar a la familia natural, no por mandatos religiosos sino por respeto a la ley natural”.

La maternidad

Zamaryte-Sakaviciene considera que el feminismo contemporáneo ha dejado de valorar la maternidad y, en cambio, ha impuesto nuevas presiones sobre las mujeres. “Muchas viven atrapadas entre la culpa por priorizar la maternidad y la culpa por retrasarla”, sostiene.

Para ella, recuperar el valor social de la maternidad es esencial para sanar esa fractura emocional que viven tantas mujeres. “La sociedad necesita redescubrir la maternidad como una escuela de virtudes y una fuente cotidiana de sentido”, dice.

La experiencia de otras madres, como la maestra Virginija Krasauskiene —despedida tras tener a su tercer hijo—, confirma que la cultura aún mira con recelo a las familias numerosas. Frente a ello, Zamaryte-Sakaviciene defiende que “la familia es el espacio donde la persona aprende a amar, a servir y a construir una sociedad más justa”.

Familia y vocación pública

En su vida personal, reconoce el papel fundamental de su esposo, también abogado, con quien comparte la responsabilidad de criar a sus seis hijos. Esa colaboración, dice, demuestra que es posible armonizar la vida familiar con el servicio público cuando existe un propósito común.

A los jóvenes que aspiran a dedicarse a la política, les aconseja no ocultar sus convicciones, incluso si ello implica sacrificios profesionales: “La verdad no necesita imponerse; basta con ser fiel a ella”.

Zamaryte-Sakaviciene atribuye su fortaleza interior a la educación recibida de sus padres, quienes le inculcaron el amor por el conocimiento, la libertad de pensamiento y la confianza para afrontar los desafíos de la vida.

Hoy, desde su nuevo cargo, está convencida de que la renovación moral de Europa pasa por redescubrir la dignidad humana como fundamento de toda justicia.

En un contexto político donde la fe puede ser vista como un obstáculo, su figura recuerda que la firmeza ética y la compasión no solo pueden coexistir, sino también iluminar el camino de una nación.

Con información de Religión en libertad

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