miércoles, 24 de diciembre de 2025
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¿Por qué la Misa de Gallo se celebra a medianoche?: la historia de las misas de Navidad

La Misa de Gallo, celebrada a medianoche del 24 de diciembre, tiene un origen que une Roma, Belén y la fe de los cristianos desde hace más de quince siglos.

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Redacción (24/12/2025 11:06, Gaudium Press) En la noche del 24 de diciembre, cuando el mundo entero espera el nacimiento del Salvador, los templos se llenan de fieles que acuden a la Misa de Gallo, una de las tradiciones más queridas y esperadas de la Navidad.

Su origen se remonta a los primeros siglos del cristianismo donde la luz que nace en medio de la oscuridad.

El padre Edward McNamara, profesor de liturgia en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, explica que, como ocurre con muchas prácticas litúrgicas, “el origen de las tres Misas de Navidad —a medianoche, al amanecer y durante el día— no es del todo cierto”. Sin embargo, el supuesto inicio de esta costumbre resulta simbólico y lleno de significado.

Tres Misas para un mismo misterio

Según señala EWTN, la celebración de la Navidad el 25 de diciembre se remonta aproximadamente al año 330, cuando la fiesta comenzó a ser parte del calendario litúrgico en Roma. “Desde Roma, la celebración de la Navidad se fue extendiendo lentamente hacia Oriente y, poco a poco, se incorporó al calendario litúrgico de las principales Iglesias”, explica el padre McNamara.

Con el paso del tiempo, los sacerdotes comenzaron a celebrar tres Misas distintas en el día de Navidad: una a medianoche, otra al amanecer y una más durante el día. Esta triple celebración busca expresar distintos aspectos del misterio del nacimiento de Cristo, la noche en que nace el Salvador, la luz del amanecer que anuncia su llegada y el esplendor pleno del día que manifiesta su presencia en el mundo.

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Foto: Catholicus.eu

El papa Sixto III y la primera Misa de medianoche

Fue el papa Sixto III quien desempeñó un papel decisivo en la forma que tomó la Misa de Gallo. A inicios del siglo V, mandó construir una pequeña capilla en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma, semejante a la gruta de Belén, donde nació Jesús. Para el siglo VII, las reliquias del Santo Pesebre ya se encontraban en esa capilla. Inspirado por la tradición de la vigilia de medianoche celebrada en Jerusalén, Sixto III comenzó a celebrar allí la Misa de Navidad en la medianoche, dando origen a la práctica que más tarde se conocería popularmente como Misa del Gallo.

Su nombre proviene precisamente del momento en que se celebra, a medianoche, cuando canta el gallo. Este detalle se convirtió con el tiempo en símbolo de la vigilia expectante del cristiano, que vela en la noche santa para recibir la luz del Salvador.

El Evangelio proclamado en esta Misa es el de Lucas 2, 1-14, que narra el nacimiento del Hijo de Dios en Belén y el anuncio del ángel a los pastores. Es uno de los pasajes más queridos del Evangelio, fuente de inspiración para los belenes y representaciones navideñas que conocemos hoy.

Las cuatro Misas de la Navidad

En palabras de Ramón Navarro, director del Secretariado de la Comisión para la Liturgia de la Conferencia Episcopal española, “la misa de medianoche o misa del gallo es sin duda la más popular y entrañable de las cuatro”. Además de la de medianoche, la liturgia de la Navidad incluye tres formularios más: la misa de la vigilia (tarde del 24 de diciembre), la misa de la aurora (al amanecer del 25) y la misa del día (durante todo el 25 de diciembre).

Celebrándose íntegramente de noche, y siendo la Navidad la segunda solemnidad más importante del año litúrgico después de la Pascua, es inevitable el paralelismo entre la Vigilia Pascual y esta celebración. Ambas indican el paso de la oscuridad a la luz, del silencio al anuncio gozoso: “El resplandor de la luz verdadera”, como dice la oración colecta.

Por eso, en la misa papal en el Vaticano y en muchos lugares del mundo, se acostumbra leer o cantar el pregón de la Navidad, conocido como la Kalenda, que recorre toda la historia de la salvación, desde la creación hasta el nacimiento de Cristo en la plenitud de los tiempos.

Finalmente, un detalle atraviesa toda la liturgia navideña: la palabra “hoy” hodie. Cada oración y antífona insiste en que “hoy nos ha nacido un Salvador”, recordando que la celebración no es un simple recuerdo, sino un acontecimiento vivo y actual, que se renueva en cada Navidad.

Cristo nació a medianoche

Según la tradición, Cristo nació a medianoche, y esta fe se expresa bellamente en la oración de la novena de San Andrés: Salve y bendita sea la hora y el momento en que el Hijo de Dios nació de la purísima Virgen María, a medianoche, en Belén, en el frío penetrante. En esa hora, te ruego, oh Dios mío, que escuches mi oración y concedas mis deseos por los méritos de Nuestro Salvador Jesucristo y de Su bendita Madre. Amén.

Así, la Misa de Gallo no es solo una costumbre antigua o una cita tradicional de cada 24 de diciembre. Es la expresión de la esperanza cristiana, la luz de Cristo que resplandece en medio de la noche, recordando que, en el corazón del invierno, nace la Vida.

Con información de ChurchPop

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