lunes, 29 de diciembre de 2025
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“Era muy católica y ayudaba a todos”: Asunción Linares, la primera catedrática de Ciencias en España

Pionera en la universidad y ejemplo de fe, Asunción Linares unió la ciencia con la caridad, dedicando su vida a la docencia, la investigación y la ayuda a los más necesitados.

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Redacción (29/12/2025 10:54, Gaudium Press) Con un rostro de tranquilidad y gesto afable, Asunción Linares irradiaba una autoridad de quien ha conquistado el respeto sin necesidad de imponerlo. En las fotografías que aún se conservan, su bata blanca de trabajo parece casi un hábito, como un símbolo de entrega al conocimiento y al servicio. En ella se unían la disciplina científica y la espiritualidad, la precisión del microscopio y la sensibilidad de quien ve en la naturaleza el reflejo del Creador.

Su porte discreto y su sonrisa contenida no lograban ocultar la fuerza interior de una mujer que abrió caminos en un mundo reservado a los hombres. Pero más allá de su intelecto, quienes la conocieron recuerdan su espíritu de luz, su fe vivida con sencillez y su caridad. En palabras de uno de sus discípulos, el jesuita y paleontólogo Leandro Sequeiros, “era muy católica y además realizó una gran obra social en Granada”.

Asunción Linares Rodríguez nació en Pulianas, Granada, el 12 de febrero de 1921 y falleció también en Granada el 21 de abril de 2005, fue la primera catedrática de una Facultad de Ciencias en la historia de España y la segunda mujer en alcanzar una cátedra universitaria. Su camino comenzó en 1942, cuando inició la Licenciatura en Ciencias Naturales en la Universidad de Madrid, obteniendo su título en 1947. Apenas cinco años después, defendía con brillantez su tesis doctoral Revisión de los trilobites de España, bajo la dirección del profesor Bermudo Meléndez, también científico católico.

Una mujer pionera en la ciencia, pero ferviente

En los años en que muchas mujeres aún eran disuadidas de seguir carreras científicas, Asunción no sólo perseveró, sino que destacó. Viajó a Francia —a París, Lyon, Lille, Dijon y Rueil-Malmaison— para completar su formación entre 1957 y 1961, trabajando con figuras reconocidas como Albert de Lapparent — geólogo francés—. y Jean Cuvillier — misionero redentorista belga y obispo de Matadi. En una época en que se decía que el catolicismo mantenía a la mujer recluida en casa, su ejemplo desmiente tal mito: “Pero allí estaba Asunción”, dice el relato, con su bata blanca entre geólogos y paleontólogos, representando con orgullo la ciencia española y su fe cristiana.

En 1961 obtuvo por oposición la Cátedra de Paleontología de la Universidad de Granada, cargo que desempeñó durante 26 años. Introdujo en España la especialidad de Micropaleontología — estudia los microfósiles—, impulsó decenas de investigaciones y dirigió 18 tesis doctorales, además de un centenar de trabajos de grado. Su influencia fue decisiva en el estudio de los ammonites del Jurásico — cefalópodos marinos extintos, parientes de calamares y pulpos —y en el desarrollo de la paleontología moderna en el país.

A pesar de su prestigio académico, Asunción Linares vivió siempre con austeridad. No buscó la fama ni el dinero. Su vida se movía entre el laboratorio, la docencia y la caridad. “Vivía muy modestamente, muy cerca de la Universidad”, recuerda el padre Sequeiros. “Cuidó a su hermana enferma de cáncer durante los últimos 20 años de su vida y ayudó a familiares con problemas. También se implicó en la ayuda a mujeres maltratadas y en ayudar a algunas a salir de la prostitución. Murió pobre.”

El corazón caritativo de una científica católica

Quizás el aspecto menos conocido de Asunción Linares fue su obra social. Desde comienzos de los años 70, “casi todos los días venía un sacerdote a verla”, cuenta Sequeiros. “Según se decía, ella y don Rogelio Macías estaban organizando una red de Institutos Juan XXIII para dar educación a niños pobres de Granada. Y se decía que ella entregaba mucho dinero a esa tarea. Lo que sí es cierto es que se dedicaba a ayudar a otros con su dinero”.

Asunción fue presidenta del Patronato de la Institución Juan XXIII, fundada en 1964 por el sacerdote Rogelio Macías Molina. En una Granada donde miles de niños no tenían acceso a la educación, esta obra surgió como una luz. Desde un pequeño barrio del Zaidín, crecieron escuelas inspiradas en el espíritu cristiano de justicia y servicio, herederas del pedagogo Andrés Manjón. Hoy, las Escuelas Juan XXIII siguen formando hombres y mujeres libres desde un ideario cristiano, con la misma visión de fe y cultura que movió a Asunción.

Fe, ciencia y servicio

Más allá de los títulos y honores —Socia de Honor de la Sociedad Española de Paleontología, profesora emérita, académica de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Granada—, su verdadero legado fue humano. Supo unir el rigor científico con la humildad de la fe. Enseñaba que la búsqueda de la verdad en la naturaleza no contradice la fe, sino que la ilumina.

El padre Sequeiros, que presidió su funeral en 2005, lo recuerda: “Vino muchísima gente de todo tipo. Fue muy comentado”. No era solo una despedida académica, sino el reconocimiento a una vida entregada a Dios y a los demás.

Asunción Linares fue, en definitiva, una mujer de bata blanca y alma de santa, pionera de la ciencia española, pero sobre todo pionera del amor cristiano vivido en lo cotidiano. Su figura merece ser recordada no solo por su inteligencia, sino por su fe inquebrantable, su generosidad y su testimonio de que la ciencia y la caridad pueden caminar de la mano.

Con información de Religión en Libertad

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