lunes, 25 de noviembre de 2024
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Predicaciones de la Cuaresma, Fray Cantalamessa comenta: "¡Mujer, este es tu hijo!"

Ciudad del Vaticano (Lunes, 06-04-2020, Gaudium Press) Dando continuidad a las predicaciones de la Cuaresma que vienen siendo desarrolladas para miembros de la Curia Romana, el Predicador de la Casa Pontificia, Fray Raniero Cantalamessa, OFM, realizó, el pasado viernes, 3 de abril, la cuarta de sus reflexiones.

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«¡Mujer, he aquí a tu hijo!» Fueron estas palabras de Nuestro Señor dichas desde lo alto de la cruz que dieron rumbo a esta cuarta predicación cuaresmal. A partir de ellas, el sacerdote capuchino reflexionó sobre otros títulos de María como siendo «Madre de Dios,

«Madre de los fieles», «Madre de los cristianos, como nuestra Madre».

María «Madre de Dios»

«Madre de Dios» es un título de Nuestra Señora que fue definido solemnemente por la Iglesia. Ella se basa en una maternidad real, no solo espiritual; tiene un relacionamiento muy estrecho y, es más, necesario con la verdad central de nuestra fe, que es Jesús Dios y Hombre en la misma persona, recordó Fray Cantalamessa. Es un título universalmente aceptado en la Iglesia, dijo.

María «Madre de los Fieles»

«Madre de los fieles», o «Nuestra Madre»: para el Fray capuchino, este es un título que indica una maternidad espiritual.

Las palabras de Jesús a María: «Mujer, este es tu hijo», y a Juan: «Esta es tu madre», tienen ciertamente, un significado inmediato y concreto. Jesús entrega María a Juan y Juan a María, dijo Fray Cantalamessa.

«Esta es tu Madre, Este es tu Hijo»

«Esta es tu madre, y Este es tu hijo»: Jesús constituye a María madre de Juan y Juan hijo de María.  Jesús no apenas proclamó la nueva maternidad de María, sino la instituyó. Esta maternidad, pues, no viene de María, sino de la Palabra de Dios; no se basa en el mérito, sino en la gracia, afirmó el predicador.

María, modelo de fe y esperanza

Caminando para la conclusión de su meditación sobre María en el misterio pascual, junto a la cruz, el Predicador de la Casa Pontificia dedicó «un pensamiento a ella como modelo de fe y esperanza»: «Llega una hora en la vida, en la cual precisamos de una fe y una esperanza como la de María. Llega una hora en la vida, cuando es preciso tener una fe y una esperanza como la de María.

Eso cuando parece que Dios ya no escucha nuestras súplicas, cuando se diría que él desmiente a sí mismo y sus promesas, cuando nos hace pasar de derrota en derrota, y los poderes de las tinieblas parecen triunfar en todos los frentes a nuestro alrededor, y dentro de nosotros se hace noche, como en aquel día «sobre toda la tierra». Cuando, como dice un salmo, él parece «haber olvidado de tener piedad y la ira le cerró el corazón».

Cuando llegue esta hora, acuérdese de la fe de María y clame como otros hicieron: «¡Mi Padre, ya no te entiendo, pero confío en ti!». (JSG)

 

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