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Ciudad del Vaticano (Lunes, 07-05-2018, Gaudium Press) En la oración mariana del Regina Coeli, rezada desde su balcón en el Palacio Apostólico hacia la Plaza de San Pedro, el Pontífice meditó sobre el camino del amor en la vida del cristiano, que parte del corazón del Padre Eterno, y debe concluir en el amor a los hermanos.
Debemos incluirnos «en la corriente del amor de Dios». Debemos «recibir con gratitud el amor que viene del Padre» evitando lo que nos separa de ese amor que es «el egoísmo y el pecado».
Es preciso saber, indicó el Pontífice que «el amor de Cristo no es un sentimiento superficial, sino una actitud fundamental del corazón» que nos invita a vivir como Jesús quiere que vivamos. Y por ello, el amor debe concretizarse «en la vida cotidiana, en las actitudes y en las acciones», para que no quede en «palabras, palabras y palabras».
Hacia los demás, debemos manifestar un amor que «no puede reservarse para momentos excepcionales», sino que debe ser constante. En ese sentidos somos llamados a mantener a los ancianos «como un tesoro precioso y con amor», incluso aunque creen «problemas económicos e inconvenientes». Asimismo, a los enfermos «incluso en la última etapa, les debemos brindar toda la asistencia posible», y «Esta es la razón por la que los niños por nacer son siempre bienvenidos», porque «la vida siempre debe ser protegida y amada desde la concepción hasta su ocaso natural».
Afirmó el Papa que somos amados por Dios en Jesucristo, quien nos convocó a amarnos como él nos ha amado, «pero esto no lo podremos hacer si no tenemos su mismo corazón».
Con información de Vatican News
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