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El Señor nos perdona si perdonamos a los otros, dice el Papa en homilía

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 07-03-2018, Gaudium Press) En la misa matutina de este martes pasado en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco advirtió sobre el rencor que se anida en nuestro corazón y recordó que el primer paso para ser perdonado es reconocerse pecador.

Las palabras de Francisco fueron el resumen del mensaje de las lecturas que la liturgia propone para el día de hoy. El tema es el perdón, afirmó el Papa, qué es y de dónde viene, que él colocó en dos expresiones: «infelizmente» y «desde que».

Infelizmente pecamos

La primera Lectura trata del episodio de Azarías que, lanzado al fuego por no haber renegado del Señor, no se lamenta con Dios por el tratamiento dispensado, no lo reprende reivindicando su fidelidad y está narrado en el Libro del profeta Daniel.

Azarías continua profesando la grandeza de Dios, acusándose a sí mismo y a su pueblo: «Tú siempre nos salvasteis, pero infelizmente pecamos».

«La acusación de nosotros mismos es el primer paso rumbo al perdón», enseña, entonces, el Papa.

«Acusarse a sí mismos es parte de la sabiduría cristiana; no acusar a los otros, no… A sí mismos. Yo pequé. Y cuando nosotros nos aproximamos al sacramento de la penitencia, tener esto en mente: Dios es grande y nos dio tantas cosas e infelizmente yo pequé, yo ofendí al Señor y pido salvación. Pero si voy al sacramento de la confesión, la penitencia y comienzo a hablar de los pecados de los otros, no sé qué estoy buscando: no busco el perdón. Intento justificarme. Y nadie puede justificarse a sí mismo, solamente Dios nos justifica.

Acusar los Propios pecados

El pecador arrepentido acusa los propios pecados y no busca justificarlos acusando defectos de otros:

«El Señor quiere esto, porque el Señor recibe el corazón contrito porque es como el de Azarías: «No se sentirá frustrado quien pone en ti su confianza»; el corazón contrito que dice la verdad al Señor: «Yo hice eso, Señor. Pequé contra Ti». El Señor le tapa la boca, como el padre al hijo pródigo; no lo deja hablar. Su amor lo cubre. Perdona todo.

Perdonamos a los otros, el Señor nos perdona

No se puede tener vergüenza de decir los propios pecados porque es el Señor que nos justifica. Él perdona no una sola vez, sino siempre:

«El perdón de Dios viene fuerte en nosotros desde que nosotros perdonemos a los otros. Y eso no es fácil, porque el rencor se anida en nuestro corazón y siempre existe aquella amargura. Muchas veces, cargamos con nosotros la lista de las cosas que me hicieron: ‘Esta persona me hizo esto, hizo aquello, hizo aquello otro’…».

Advertencia final

La advertencia final del Papa fue el consejo de no dejarse esclavizar por el odio al punto de no conseguir perdonar:

«Esas son las dos cosas que nos ayudarán a entender el camino del perdón:

‘El Señor es grande, pero infelizmente yo pequé’; y ‘Sí, yo lo perdono setenta veces siete desde que usted perdone a los otros’.
(JSG)

(De la Redacción Gaudium Press, con informaciones Vatican News)

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