Ciudad del Vaticano (Lunes, 16-09-2019, Gaudium Press) En el Ángelus de ayer, el Papa comentó la lectura evangélica del día, que contiene la famosa parábola del Hijo Pródigo.
Pero también, para explicarle a fariseos la misericordia de Dios, hacia los pecadores, en esa mismo pasaje evangélico Jesús propone la parábola del pastor que va a buscar la oveja perdida, y la mujer que procura la moneda extraviada. Todos, también el Padre del Hijo pródigo, se alegra al recuperar lo que había sido extraviado. Moneda, oveja e hijo pródigo, son símbolo del hombre que se ha desviado de su camino a causa del pecado.
«A él realmente le importas tú, que aún no conoces la belleza de su amor, tú que aún no has recibido a Jesús en el centro de tu vida, tú que no puedes vencer tu pecado».
Es el amor de Dios el que cambia nuestras vidas
Dios nos espera, no se cansa ni se desanima, cada uno de nosotros es aquel hijo que vuelve a abrazar. Y aunque hayamos cometido demasiados errores, el Papa nos anima diciendo que no tenemos que tener miedo, Dios nos ama y sabe que solo su amor puede cambiar nuestras vidas.
La bonda se consigue aceptando que Dios entre en nuestras vidas. No creyéndonos buenos. «Muchas veces nos equivocamos cuando creemos que tenemos razón, y pensamos que los malos son los demás. El Papa aseveró: «No nos creamos buenos, porque solos, sin la ayuda de Dios que es bueno, no sabemos cómo vencer el mal». «El mal se vence aceptando el perdón de Dios», dijo el Pontífice.
En la confesión, recibimos el amor del Padre que vence nuestro pecado. Con Dios, el pecado no tiene la última palabra.
Con información de Vatican News
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