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Ciudad del Vaticano (Miércoles, 07-11-2018, Gaudium Press) Este martes 06 de noviembre, en la homilía de la misa que celebró en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco trató el trecho del Evangelio de San Lucas, capítulo 14.
El evangelista habla de un banquete que un jefe fariseo organizó y para el cual Jesús también fue invitado.
En la ocasión, Jesús había curado recientemente a un enfermo y observó que en el banquete muchos de los invitados intentaban ocupar los primeros lugares.
Fue, entonces que Nuestro Señor recomendó al fariseo que invitase al almuerzo a los considerados como últimos. Que invitase a quien no pueda retribuir aquel favor.
El banquete y los rechazos
A cierta altura del banquete, uno de los comensales exclama: ¡»Feliz de aquel que come el pan en el Reino de Dios!».
Para el Papa, ese texto narra un rechazo doble.
Jesús cuenta la historia de un hombre que prepara un gran banquete e invita mucha gente a él.
Los siervos de este hombre salen de su casa diciendo: «¡Venid, pues todo está listo!»
Pero, cada uno arreglaba una disculpa para no ir.
Uno afirma que compró un campo y no puede ir, otro compró cinco yuntas de bueyes y otro todavía decía que no iría porque había acabado de casarse…
«Es siempre disculpas. Ellos se disculpan», dijo el Papa, que además subraya que disculparse es la palabra educada para no decir: «Rechazo». Es una negativa educada: ellos se niegan, educadamente, con educación.
El patrón se disgusta y manda al empleado a salir por las plazas y calles de la ciudad, obligando a los lisiados, ciegos y cojos a participar del banquete.
El tramo del Evangelio además termina con un segundo rechazo, pero esta vez de la boca de Jesús, dice Francisco: (…) «Quien rechaza a Jesús, Jesús espera, da una segunda oportunidad, tal vez una tercera, una cuarta, quinta. Pero al final rechaza Jesús.»
Examen de Conciencia
Describiendo esa situación que también puede suceder con nosotros, Francisco recuerda:
El rechazo también debe hacernos pensar en las veces que Jesús nos llama; nos llama a hacer fiesta con Él, a estar cerca de Él, cambiar de vida.
¡Piensen que él busca a sus amigos más íntimos y ellos lo rechazan!
Después busca a los enfermos…y vão; tal vez alguien rechaza.
Pero cuantas veces nosotros sentimos la llamada de Jesús para ir hasta Él, para hacer una obra de caridad, para rezar, para encontrarlo y nosotros decimos: «Pero disculpe, Señor, estoy atareado, no tengo tiempo. Si, mañana, no puedo…» Y Jesús se queda allí.
Cuantas veces me disculpé…
El Papa recomienda que cada uno de nosotros piense: en mi vida, ¿cuántas veces sentí la inspiración del Espíritu Santo a hacer una obra de caridad, a encontrar a Jesús en aquella obra de caridad, ir rezar, de cambiar de vida en esto, esto que no va bien?
Y yo… siempre encontré un motivo para disculparme, para rechazar.
Dios es la Bondad, es la Justicia
Francisco recordó que sólo va a entrar en el Reino de Dios quien no rechaza a Jesús o quien no es rechazado por Él.
Y para aquellos que dicen que Jesús es bueno y perdona todo, el Papa observó:
«Si, es bueno, es misericordioso» – es misericordioso, pero es justo. Si se cierra la puerta de su corazón, Él no puede abrirla, porque respeta a nuestro corazón. Rechazar a Jesús es cerrar la puerta a partir de dentro y Él no puede entrar.
La sangre de Jesús pagó el Banquete Celestial
Francisco observó que ¡Quien paga el banquete celestial es Jesús!
La Primera Lectura «nos muestra el ‘recibo’ de esta fiesta». Jesús «se vació a sí mismo, asumiendo una condición de siervo y haciéndose obediente hasta la muerte en la cruz’.
«Con su vida – dijo Francisco – Jesús pagó la fiesta. Y yo digo: ‘No puedo’ (…) Que el Señor nos de la gracia de entender este misterio de la dureza de corazón, de obstinación, de rechazo y la gracia de llorar». (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Vatican News)
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