Ciudad del Vaticano (Miércoles, 01-11-2017, Gaudium Press) El Evangelio de San Lucas, así como la Carta de San Pablo a los Romanos, ambas lecturas propuestas por la liturgia para ayer, víspera del día de Todos los Santos, sirvieron de base para las reflexiones hechas por el Papa Francisco durante la homilía pronunciada por él durante la Misa de esta mañana en la Casa Santa Marta y fue lo que lo llevó a exclamar:
– ¡Es preciso coraje para hacer crecer el Reino de Dios!
Potencia que conduce por el camino de la esperanza
En Lucas 13,18-21, Jesús compara el Reino de Dios al grano de mostaza y al fermento. Francisco destaca que esos dos elementos son pequeños, pero aún así «tienen dentro una potencia» que crece. Y así también es el Reino de Dios: su potencia viene de dentro.
También San Pablo en la Carta a los romanos, propuesta en la Primera Lectura, resalta cuántas tensiones existen en la vida: sufrimientos que, sin embargo, «no son comparables a la gloria que nos aguarda».
Entonces, se trata de «una tensión entre sufrimiento y gloria». Y en ella existe «una ardiente expectativa» por una «revelación grandiosa del Reino de Dios». Es la fuerza interna que «nos lleva en esperanza a la plenitud del Reino de Dios»:
«Es justamente la esperanza que nos lleva a la plenitud, la esperanza de salir de esta prisión, de esta limitación, de esta esclavitud, de esta corrupción y llegar a la gloria: un camino de esperanza. Y la esperanza es un don del Espíritu. Es propiamente el Espíritu Santo que está dentro de nosotros y lleva a eso: a algo grandioso, a una liberación, a una gran gloria. Y, para eso, Jesús dice: ‘Dentro de la semilla de mostaza, de aquel grano pequeñito, hay una fuerza que desencadena un crecimiento inimaginable'», comenta Francisco.
La fuerza del Espíritu Santo
Y el Papa reafirma además que «dentro de nosotros y en la creación», «hay una fuerza que desencadena: está el Espíritu Santo», que «nos da la esperanza».
La esperanza «es la virtud más humilde», «la sierva», pero donde existe la esperanza, existe el Espíritu Santo, que lleva en frente el Reino de Dios:
«Crece a partir de dentro, con la fuerza del Espíritu Santo. Y siempre la Iglesia tuvo sea el coraje de tomar y lanzar, de tomar y mezclar, sea también el miedo de hacerlo. Y muchas veces nosotros vemos que se prefiere una pastoral de manutención y no dejar que el Reino crezca. ‘Pero, vamos a permanecer aquello que somos, pequeñitos, allí, estamos seguros…’ Y el Reino no crece. Para que el Reino crezca es preciso coraje: de lanzar el grano, de mezclar el fermento». (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con Informaciones de RV)
Deje su Comentario