Ciudad del Vaticano (Martes, 31-10-2017, Gaudium Press) El Papa comentó hoy en la homilía de la misa en la capilla de la Casa Santa Marta el episodio de la cura de la mujer encorvada, narrado por San Lucas en el Evangelio propuesto por la liturgia del día.
En la sinagoga, el sábado, Jesús encuentra una mujer con «una enfermedad en la columna que hace años la obligaba a vivir así». Ella era toda encorvada, explicó el Papa que comentó que el evangelista usó cinco verbos para describir lo que hace Jesús: la vio, la llamó, le habló, impuso las manos sobre ella y la curó.
Son cinco verbos de proximidad, subrayó el Pontífice y eso porque un buen pastor está próximo, siempre. En la parábola del buen pastor también es así, comentó Francisco, él está próximo de la oveja perdida, deja a las otras y va a buscarla. El buen pastor no puede quedarse distante de su pueblo.
Exactamente al contrario ocurría con los clérigos, doctores de la Ley, fariseos, saduceos: ellos vivían separados del pueblo, reaprehendiéndolo continuamente. Ellos no eran buenos pastores, aclaró el Papa, estaban cerrados en el propio grupo y no se interesaban por el pueblo. «Tal vez estuviesen preocupados, cuando acababa el servicio religioso, en controlar cuánto dinero había en las ofrendas». Pero no estaban próximos a las personas.
Jesús, al contrario, está próximo, y su proximidad viene de aquello que Cristo siente en el corazón: «Jesús se conmovió».
Jesús estaba con las personas que sufrían, «estaban allí los pobres, los enfermos, los pecadores y los leprosos; estaban todos allí, porque Jesús tenía esa capacidad de conmoverse delante de la enfermedad, era un buen pastor. Un buen pastor que se aproxima y tiene la capacidad de conmoverse. Yo diría que la tercera característica de un buen pastor es la de no avergonzarse de la carne, tocar la carne herida, como hizo Jesús con esta mujer: tocó, impuso las manos, tocó a los leprosos, tocó a los pecadores».
El Buen Pastor
«Un buen pastor no dice: sí, está bueno. Sí, sí estoy próximo a usted en espíritu. Eso es distancia. Sino que hace lo que Dios Padre hizo, aproximarse, por compasión, por misericordia, a la carne de su Hijo», explicitó Francisco. Para él, el gran pastor, el Padre, nos enseñó cómo hace un buen pastor: se agachó, se vació a sí mismo, se aniquiló y asumió la condición de siervo.
El buen pastor, enfatiza el Pontífice, es Jesús que ve, llama, habla, toca y cura. Es el Padre que se hace en su Hijo carne, por compasión:
«Es una gracia para el pueblo de Dios tener buenos pastores, pastores como Jesús, que no tienen vergüenza de tocar la carne herida, que saben que sobre eso – y no apenas ellos, sino también todos nosotros – seremos juzgados: estaba con hambre, estaba en prisión, estaba enfermo…
Los criterios del protocolo final son los criterios de la proximidad, los criterios de esa proximidad total, el tocar, el compartir la situación del pueblo de Dios. No nos olvidemos de eso: el buen pastor está siempre cerca de las personas siempre, como Dios nuestro Padre se aproximó a nosotros, en Jesucristo hecho carne». (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de RV)
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