viernes, 29 de noviembre de 2024
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En el Ángelus, el Papa mostró la necesidad de la entrega generosa a los demás

Ciudad del Vaticano (Lunes, 04-09-2017, Gaudium Press) En el Ángelus de ayer en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco comentó la lectura evangélica del día, en la que el Señor le reclama a Pedro, cuando le dice que sus «pensamiento no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16, 23). San Pedro rechazaba la idea de la Pasión y Muerte del Señor.

«Siempre, incluso hoy, la tentación es aquella de querer seguir a un Cristo sin cruz, es más, de enseñar a Dios el camino justo. Como Pedro: «No, no Señor, esto no, no sucederá jamás». Pero Jesús nos recuerda que su vía es la vía del amor, y no hay verdadero amor sin el sacrificio de sí. Estamos llamados a no dejarnos absorber por la visión de este mundo, sino a ser siempre más conscientes de la necesidad y de la fatiga para nosotros cristianos de caminar contra corriente y en salida», dijo el Pontífice.

El Papa confirma su pensamiento con las palabras del Señor: «Él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará» (v. 25).

«En esta paradoja está contenida la regla de oro que Dios ha inscrito en la naturaleza humana creada en Cristo: la regla que sólo el amor da sentido y felicidad a la vida. Gastar los propios talentos, las propias energías y el propio tiempo sólo para salvar, cuidar y realizarse a sí mismo, conduce en realidad a perderse, es decir, a una existencia triste y estéril. Si en cambio, vivimos para el Señor e impostamos nuestra vida en el amor, como ha hecho Jesús, podremos gustar la alegría auténtica, y nuestra vida no será estéril, será fecunda», el Papa ratifica el llamado a la generosidad y la entrega que realiza el propio Cristo.

El Pontífice concluye su meditación mostrando como la Eucaristía es también el memorial grandioso de la entrega total de Jesús, modelo para todos nosotros, y pide a «María Santísima, que ha seguido a Jesús hasta el Calvario, nos acompañe también a nosotros y nos ayude a no tener miedo de la cruz, pero con Jesús crucificado, no una Cruz sin Jesús: la Cruz con Jesús, es decir la cruz del sufrir por amor a Dios y a los hermanos, porque este sufrimiento, por la gracia de Cristo, es fecundo de resurrección».

Con información de Radio Vaticano

 

 

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