Ciudad del Vaticano (Miércoles, 27-07-2017, Gaudium Press) El Papa hoy, en la Audiencia General en la Plaza de San Pedro, habló sobre los enemigos de la esperanza.
Define la esperanza como, por ejemplo, aquel impuso del corazón de quien parte dejando, «la casa, la tierra, a veces familiares y parientes – pienso en los migrantes -, para buscar una vida mejor, más digna para sí y para sus seres queridos». La esperanza espera algo mejor.
A veces la satisfacción completa de las necesidades va en contravía de la esperanza. «La esperanza no es una virtud para gente con el estómago lleno. Es por esto que, desde siempre, los pobres son los primeros portadores de la esperanza», dijo el Pontífice.
«Tener un alma vacía es el peor obstáculo a la esperanza. Es un riesgo al cual nadie puede estar excluido; porque ser tentados contra la esperanza puede suceder también cuando se recorre el camino de la vida cristiana. Los monjes de la antigüedad habían denunciado uno de los peores enemigos del fervor. Decían así: ese «demonio del mediodía» que va romper una vida de empeño, justamente cuando arde en lo alto el sol. Esta tentación nos sorprende cuando menos lo esperamos: las jornadas se hacen monótonas y aburridas, ningún valor más parece merecer la fatiga. Esta actitud se llama desidia, que corroe la vida desde dentro hasta dejarla como un contenedor vacío».
Hay que combatir la desidia, cuidando «el propio corazón, oponiéndonos a las tentaciones de infelicidad, que seguramente no provienen de Dios. Y allí donde nuestras fuerzas parecieran débiles y la batalla contra la angustia particularmente dura, podemos siempre recurrir al nombre de Jesús. Podemos repetir esa oración sencilla, del cual encontramos rastros también en los Evangelios y que se ha convertido en el fundamento de tantas tradiciones espirituales cristianas: «¡Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de mi pecador!». Bella oración. «¡Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de mi pecador!». Esta es una oración de esperanza, porque me dirijo a Aquel que puede abrir las puertas y resolver los problemas y hacerme ver el horizonte, el horizonte de la esperanza».
El Papa concluyó su catequesis pidiendo que invoquemos al Señor para enfrentar la desesperación.
Con información de Radio Vaticano
Deje su Comentario