Ciudad del Vaticano (Lunes, 24-07-2017, Gaudium Press) Durante la oración del Ángelus, presidida por el Papa Francisco el domingo, millares de fieles presentes en la Plaza San Pedro oyeron al Papa comentar el Evangelio del XVI Domingo del Tiempo Común.
La reflexión del Pontífice fue inspirada en la Parábola del trigo y la cizaña, «que, según él, ilustra el problema del mal en el mundo y destaca la paciencia de Dios». ¡Cuánta paciencia Dios tiene con nosotros! , dijo Francisco.
La parábola – Separar el Bien del Mal
La narrativa se desarrolla en un campo con dos opuestos protagonistas, explica el Papa. De un lado el dueño del campo que representa a Dios y siembra la buena semilla; por otro el enemigo que representa a Satanás y siembra la cizaña.
El dueño y sus siervos tienen comportamientos diferentes delante del crecimiento de la cizaña en medio al trigo. Los siervos piensan en arrancarlo, pero el dueño advierte que puede ser arrancado junto al trigo:
«Con esta imagen Jesús nos dice que en este mundo el bien y el mal están de tal forma entrelazados, que es imposible separarlos y extirpar todo el mal. Solamente Dios puede hacer esto y lo hará en el juicio final».
Difícil tarea: discernir
Esta situación es «el campo de la libertad de los cristianos» donde se practica la difícil tarea del «discernimiento entre el bien y el mal. Y en este campo, «con gran confianza en Dios y en la providencia, (deben ser realizados) dos comportamientos aparentemente contradictorios: la decisión y la paciencia»:
«La decisión es aquella de querer ser trigo bueno – todos nosotros lo queremos -, con todas las propias fuerzas, y por tanto, tomar distancia del maligno y de sus seducciones. La paciencia, significa preferir una Iglesia que es fermento en la masa, que no teme ensuciar sus manos lavando las ropas de sus hijos», afirmó Francisco.
Somos todos pecadores: bautismo, confesión
Esta lectura, afirmó el Papa, «nos ayuda a comprender que el bien y el mal no se pueden identificar con territorios definidos o determinados grupos humanos».
Según Francisco: esta parábola «nos dice que la línea de separación entre el bien y el mal pasa en el corazón de cada persona, pasa en el corazón de cada uno de nosotros, esto es: todos somos pecadores. Me viene el deseo de pedir a ustedes: «¡Quién no es pecador levante la mano!». ¡Nadie! Porque todos lo somos, todos somos pecadores».
Jesús nos dio vida nueva y con el Bautismo la Confesión, «porque siempre tenemos la necesidad de ser perdonados de nuestros pecados. Mirar siempre y solamente el mal que está fuera de nosotros, significa no querer reconocer el pecado que existe también en nosotros», resaltó Francisco.
Conversión – perspectiva de la esperanza
Para finalizar, Francisco afirmó que Jesús nos enseña a ver de modo diferente el «campo del mundo, a observar la realidad», y subrayó que «aquello que era cizaña o parecía cizaña, puede tornarse un producto bueno. Es la realidad de la conversión. ¡Es la perspectiva de la esperanza»!
Y, entonces, pidió que la Virgen María nos ayude «a colectar en la realidad que nos circunda no solamente la suciedad y el mal, sino también lo bueno y lo bello; a desenmascarar la obra de Satanás, pero sobre todo a confiar en la acción de Dios que fecunda la historia». (JSG)
(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones RV)
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