sábado, 30 de noviembre de 2024
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La oración de Jesús al Padre Misericordioso: una de las grandes novedades que aportó el cristianismo

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 07-06-2017, Gaudium Press) El Papa Francisco, en la Audiencia General de hoy en la Plaza de San Pedro, habló de ese misterio atractivo que comportaba la oración de Jesús, enfocándose particularmente en el inicio del capítulo 11 del evangelio de San Lucas, que describe la ‘creación’ de la oración del ‘Padre Nuestro’.

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«Todo el misterio de la oración cristiana se resume aquí, en esta palabra: tener el coraje de llamar a Dios con el nombre de Padre», dijo el Pontífice.

El calificativo «Padre», usado por Jesús, «nos pone en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y cuidado por él». Es un Padre amoroso, al que Jesucristo va describiendo su «psicología», por ejemplo con parábolas como la del Hijo Pródigo: «Cuando el hijo rebelde, después de haber derrochado todo, regresa finalmente a su casa natal, ese padre no aplica criterios de justicia humana, sino siente sobre todo la necesidad de perdonar, y con su brazo hace entender al hijo que en todo ese largo tiempo de ausencia le ha hecho falta, ha dolorosamente faltado a su amor de padre».

Su atributo de Padre misericordioso es tan real y profundo que tal vez «es por esta razón que, evocando el centro del misterio cristiano, el Apóstol Pablo no se siente seguro de traducir en griego una palabra que Jesús, en arameo, pronunciaba: «abbà». En dos ocasiones San Pablo, en su epistolario (Cfr. Rom 8,15; Gal 4,6), toca este tema, y en las dos veces deja esa palabra sin traducirla, de la misma forma en la cual ha surgido de los labios de Jesús, «abbà», un término todavía más íntimo respecto a ‘padre’, y que alguno traduce ‘papá, papito’ «.

El Papa concluyó su meditación afirmando que esa Paternidad divina permite saber que «no estamos jamás solos». «Cuando tenemos necesidad de ayuda, Jesús no nos dice de resignarnos y cerrarnos en nosotros mismos, sino de dirigirnos al Padre y pedirle a Él con confianza. Todas nuestras necesidades, desde las más evidentes y cotidianas, como el alimento, la salud, el trabajo, hasta aquellas de ser perdonados y sostenidos en la tentación, no son el espejo de nuestra soledad: existe en cambio un Padre que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona».

Con información de Radio Vaticano

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