miércoles, 27 de noviembre de 2024
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En el mensaje por la Bendición Urbi et Orbi, el Papa recorrió con su mirada los sufrimientos del mundo

Ciudad del Vaticano (Lunes, 22-04-2019, Gaudium Press) Ayer, en la Misa de la Resurrección del Señor, el Pontífice se dirigió a los feligreses que ocupaban la Plaza de San Pedro para recibir la bendición Urbi et Orbi, recorrió con su pensamiento y palabra los lugares del mundo donde particularmente se está sufriendo.

Entretanto, Cristo resucitado «está vivo, es nuestra esperanza y lo que Él toca se hace nuevo» y «Nos quiere vivos, nos acompaña y espera, no para condenarnos sino para volver a empezar. En momento de desolación, nos devuelve la fuerza y la esperanza».

El Pontífice expresó su consternación por los atentados en Sri Lanka y dijo acompañar a los dolientos con su oración. Recordó los sufrimientos del pueblo sirio, y pidió que ante él no se caiga en la indiferencia.

Habló del Medio Oriente, «desgarrado por continuas divisiones y tensiones». En Yemen se sufre el hambre y la guerra. Habló del sufrimiento del pueblo palestino e israelita y los convocó a forjar un futuro «de paz y estabilidad».

Trató de la inestabilidad política en Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria, Camerún y Sudán. Deseó que una nueva historia se escriba en Sudán del Sur.

Recordó Francisco a los Ucranianos, y alentó las iniciativas en procura de  una paz duradera.

En el continente americano recordó los sufrimientos del pueblo venezolano y nicaraguense.

Invitó el Pontífice a los líderes mundiales a que Jesucristo «haga de nosotros constructores de puentes, no de muros. Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente».

Y luego convocó a toda la humanidad a abrir «nuestros corazones a las necesidades de los menesterosos, los indefensos, los pobres, los desempleados, los marginados, los que llaman a nuestra puerta en busca de pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad».

«Dejémonos renovar por Él. ¡Feliz Pascua!», concluyó.

Con información de Aica

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