martes, 26 de noviembre de 2024
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La envidia, los celos son semillas de la guerra 

Ciudad del Vaticano (Lunes, 27-01-2020, Gaudium Press) El Papa Francisco advirtió en la homilía de la misa que celebró en la Casa Santa Marta, este viernes, 24 de enero, que la envidia y los celos crecen «hablando consigo mismo», en la «murmuración consigo mismo».

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Para Francisco los celos «son incapaces de ver la realidad», y solamente «un hecho muy fuerte» puede abrir sus ojos. El Papa Francisco advirtió contra los sentimientos de envidia y celos en relación a otras personas, porque son sentimientos «criminales, que buscan siempre matar», son «la semilla de una guerra», «un gusano que te corroe por dentro».

Como ejemplo de lo que decía citó el caso del Rey Saúl y del joven David, narrado en el Libro de Samuel y contenido en la liturgia de ese día: «Los celos de Saúl lo llevaron a creer que David era un asesino, un enemigo». «¡Nosotros también, cuando tenemos envidia, celos, hacemos esto! Cada uno de nosotros piense: ‘¿Por qué es que esta persona es insoportable para mí? ¿Por qué aquella otra ni siquiera quiero verla? Por qué aquella otra…’ Cada uno de nosotros piense por qué. Muchas veces buscamos el por qué y descubrimos que son fantasías nuestras. Fantasías, que sin embargo crecen en aquella murmuración con nosotros mismo».

Envidia de Saúl, nobleza de David

Frente a la envidia asesina de Saúl, el Papa confrontó la nobleza de David y la ejemplificó con el episodio bíblico en que Saúl va a la caverna en la cual estaban refugiados David y sus partidarios. Los amigos de David lo incentivan a aprovechar para matar al rey, pero él se niega: «Nunca colocaré mis manos sobre el ungido del Señor», fue su respuesta.

Y, en seguida, David sale de la caverna y va en dirección a Saúl, llamándolo «¡Oh rey, mi señor!» y haciéndole ver que podría haberlo matado.

Burbuja de celos

«Eso revienta la burbuja de jabón de los celos de Saúl, que reconoce a David como si fuese un hijo y vuelve a la realidad», dijo Francisco. «Es una gracia cuando el envidioso, el celoso, se depara con una realidad que explota aquella burbuja de jabón que es su vicio de celos o envidia», insistió el Papa en su reflexión.

Mirar para dentro de sí mismo

Por eso, invitó a mirarse a sí mismo «cuando no nos gusta una persona, no la queremos bien. Preguntémonos: ‘¿Qué hay dentro de mí? ¿Hay el gusano de los celos que crece, porque él tiene algo que yo no tengo o hay una rabia escondida?'». En ese sentido, invitó a «proteger nuestro corazón de esta enfermedad, de esta murmuración conmigo mismo, que hace crecer esta burbuja de jabón, que después, no tiene consistencia, pero hace tanto mal». (JSG)

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