Ciudad del Vaticano (Miércoles, 20-03-2019, Gaudium Press) El Papa Francisco autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos anunciar el decreto sobre el martirio de siete Obispos católicos de rito oriental asesinados por odio a la fe por parte del régimen comunista en Rumania. Los prelados serán beatificados próximamente y no se descarta la posibilidad que esto ocurra durante la visita del Pontífice a Rumania, que está programada para los días 31 de mayo al 02 de junio de 2019.
Ficha de registro de Mons. Hossu, Cardenal in pectore, como preso comunista. Foto: Religión en Libertad. |
Los Obispos Mártires son: Mons. Valeriu Traian Frentiu, Obispo de Oradea Mare; Mons. Vasile Aftenie, Obispo titular de Ulpiany y Rector de la Academia Teológica en Blaju; Mons. Ioan Suciu, Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Fagaras y Alba Iulia; Mons. Tit Liviu Chinezu , Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Fagaras y Alba Iulia; Mons. Ioan Balan, Obispo de Lugoj; Mons. Alexandru Rusu, Obispo de Maramures y Mons. Iuliu Hossu, Obispo de Cluj, quien fue además creado Cardenal in pectore por el Papa San Pablo VI, quien reveló esta dignidad después de su martirio.
La persecución en contra de los greco católicos en Rumania por parte del régimen comunista fue despiadada y tenía como propósito romper la comunión de los fieles con Roma. Las autoridades diseñaron un plan según el cual un falso concilio podría anunciar la ruptura de la Iglesia local con la Santa Sede, con la cual se había restablecido la plena comunión en 1700. Pero para dar legitimidad a esta maniobra, se requería que al menos uno de los Obispos greco católicos se «convirtiera» a la iglesia oficialista.
La pretensión del régimen dirigió entonces la persecución a los prelados, a quienes intentó comprar o forzar su renuncia a la Iglesia Católica. Uno a uno, los Obispos fueron presionados, arrestados y torturados con el fin de quebrantar su fe y apoyar a la dictadura. Algunos de ellos murieron en prisión, otros fueron ejecutados directamente por no obedecer al régimen y algunos murieron en el exilio a causa de los malos tratos, ganando todos la corona del martirio. Testimonios de su sufrimiento relatan que los Obispos sintieron en prisión momentos de «alegría indescriptible» por participar de esta manera de los sufrimientos de Cristo.
Con información de Religión en Libertad y KAI.
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