Ciudad del Vaticano (Lunes, 11-03-2019, Gaudium Press) Con ocasión de la próxima Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que tiene lugar el 12 de mayo, el Papa Francisco dio a conocer su mensaje, que lleva como título «La valentía de arriesgar por la promesa de Dios».
Refiriéndose a los primeros discípulos, el Pontífice habló de la «sorpresa de un encuentro», que muestra «en el horizonte un mar más amplio».
Dios respeta nuestra libertad
«La llamada del Señor -expresa Francisco- no es una intromisión de Dios en nuestra libertad; no es una «jaula» o un peso que se nos carga encima. Por el contrario, es la iniciativa amorosa con la que Dios viene a nuestro encuentro y nos invita a entrar en un gran proyecto, del que quiere que participemos».
El Papa habló de las diversas «llamadas» que recibe el hombre a lo largo de su vida.
Primero la que se da con el bautismo, en la cual «desde la infancia somos iniciados en el arte de la oración y del compartir fraterno».
Luego la posibilidad de «casarse en Cristo y formar una familia, así como otras vocaciones vinculadas al mundo del trabajo y de las profesiones, al compromiso en el campo de la caridad y de la solidaridad, a las responsabilidades sociales y políticas, etc.».
Pero también, «en el encuentro con el Señor, alguno puede sentir la fascinación de la llamada a la vida consagrada o al sacerdocio ordenado. Es un descubrimiento que entusiasma y al mismo tiempo asusta, cuando uno se siente llamado a convertirse en ‘pescador de hombres’ en la barca de la Iglesia a través de la donación total de sí mismo y empeñándose en un servicio fiel al Evangelio y a los hermanos. Esta elección implica el riesgo de dejar todo para seguir al Señor y consagrarse completamente a él, para convertirse en colaboradores de su obra».
El Papa invita a no dejarse «contagiar por el miedo, que nos paraliza ante las altas cumbres que el Señor nos propone» y mirar a María: «Incluso en la historia de esta joven, la vocación fue al mismo tiempo una promesa y un riesgo. Su misión no fue fácil, sin embargo no permitió que el miedo se apoderara de ella. Su sí «fue el «sí» de quien quiere comprometerse y del que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa».
Con información de Aica
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