lunes, 25 de noviembre de 2024
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El púlpito superior que desmiente a Osho

Redacción (Viernes, 31-08-2018, Gaudium Press) Alguien muy estimado colocó un aviso del Sr. Osho en un chat de whatsapp, que decía más menos que no hay nadie superior ni nadie inferior sino que simplemente cada uno es diferente y único.

Para algunos suena simpático lo dicho, pero además de inexacto es algo que es fuente de tristeza.

Ocurrió que cuando recibimos el aviso nos encontrábamos en la Catedral de Santa Catalina de Alejandría en Cartagena de Indias, magnífica.

Ya en visita anterior habíamos reparado en el magnífico púlpito en mármol, que tiene una base tan delgada que lo asemeja a una fina copa de cristal, pero gigantesca y de mármol. Definitivamente un púlpito «superior».

Pero también llama mucho la atención -entre innúmeras otras cosas – el Viacrucis de la Catedral, un altorrelieve que si fuera de piedra, no sería «superior» sino absoluto. Las escenas son gigantescas y muy bien logradas.

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Si un púlpito más sencillo pudiese contemplar el púlpito de Santa Catalina de Alejandría, tendría una de dos actitudes, no más que esas: o envidia, se amarga la vida y empieza a buscar ‘defectos’ en el púlpito superior, a hablar mal del púlpito magnífico.

O, mucho mejor, y más natural, admiraría, se contentaría y extasiaría, el púlpito superior lo ayudaría incluso a entenderse a sí mismo, su vocación de servir de pedestal para que el ministro sagrado explique las palabras de vida eterna. Sentiría que el púlpito superior lejos de traer menoscabo a su dignidad, elevaría todo el género púlpito a una categoría más alta, elevando así la dignidad de todos los integrantes de esa categoría.

La primera actitud es fuente de tristeza, y constante, porque normalmente, aunque se sea un magnífico púlpito, siempre habrán superiores u otros que tengan superioridades particularidades, y con ello no tendrá alegría nunca. Pero si en lugar de envidioso, se es un púlpito admirativo, estará a la caza de esas superioridades que siempre existirán, y en ellas encontrará su alegría.

El tema no es menor, porque en el fondo, las superioridades creadas hablan y remiten a esa Superioridad autora de todas las superioridades, Dios. Todas las superioridades hablan de Dios, son como una escalera para llegar a Dios.

Entonces, cuando el Sr. Osho niega las superioridades humanas, que evidentemente existen, lo que está es negando, además de una fuente de alegría, la imagen de Dios entre los hombres.

¿Cómo negar esa superioridad magnífica de un Churchill argumentando cual zorro aguerrido en la Cámara de los Comunes o -más superior- llevando a su pueblo a la victoria en medio de las circunstancias más difíciles? ¿O la superioridad de personalidad de un Alejandro Magno? ¿O militar de un Julio César? ¿O la majestad superior de un Carlomagno? Para sólo poner ejemplos humanos y no el gran ejemplo humano-divino…

Más bien diríamos, bendita superioridad.

Por Saúl Castiblanco

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