lunes, 25 de noviembre de 2024
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Los Ángeles, y su ‘interferencia’ en nuestras vidas, rumbo al Absoluto

Redacción (Miércoles, 15-01-2020, Gaudium Press) Decía el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira que los llamados de atención de la gracia en ocasiones son «como si un ángel de la guarda nos acompañase y nos dijese así: ‘Deje esto’, y después más adelante: ‘Mire ahí, que cosa extraordinaria’. Un poco más adelante el propio ángel hace brillar una estrella y uno dirige su atención hacia esto».

Es claro que si Dios Nuestro Señor nos dio un ángel de la guarda es para que nos custodie. Pero como se resaltaba en nota anterior, mientras que los demonios son terribles intrusos, no así los ángeles buenos que normalmente actúan en nuestras vidas cuando los invocamos, pues ellos respetan nuestra libertad.

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Sin embargo más que invocarlos, deberíamos tener una convivencia constante con ellos.

En el pensamiento arriba referido del Dr. Plinio, percibimos las gigantescas luces que tiene un ángel, por ejemplo nuestro ángel de la guarda, y que nosotros no tenemos, las cuales no obstante son necesarias para evitar los peligros, para rechazar las solicitudes del demonio, para no naufragar sino avanzar en la vida espiritual.

El ángel de la guarda es como un ‘camino vivo’ que Dios pone a nuestro alcance, es más, a nuestro servicio. ¿Por qué lo despreciamos? Porque no invocarlo constantemente termina siendo una forma de desprecio.

En el fondo es por naturalismo, porque tal vez sí creemos en su existencia y su ayuda, pero en la vida cotidiana somos ‘ateos-prácticos’ de los ángeles. Grave error, porque el demonio, ese sí, no espera nuestra autorización para atormentarnos con su acción insidiosa.

Pero el ángel no solo nos protege; también nos guía. «Mire aquí», «deje esto», dice el Dr. Plinio que hace el ángel.

Las sugestiones del demonio con frecuencia son muy sutiles, astutas, y comienzan desviado la atención hacia cosas secundarias, no pecaminosas, pero que terminan conduciendo hacia el pecado declarado. El ángel de la guarda conoce esos ardides del demonio, sabe de su psicología y de sus argucias, y por eso tiene la capacidad para prevenirnos y sobre todo, orientar nuestra atención hacia las cosas de Dios.

Cosas de Dios que son sinónimo de sublimidad.

El ángel de la guarda nos orienta hacia lo sublime, hacia lo especialmente bello. Busca que nuestras facultades se encaminen a la contemplación de Dios en la belleza de su Creación. Quiere que admiremos las cualidades de los otros, la virtud de los santos, la sublimidad de cada gesto o hechos bonito en la vida de los hombres.

El ángel de la guarda hace relucir con especial fulgor el brillo de lo que es verdadero, de lo que es bueno, de lo que es bello. De la belleza de todo lo relacionado con la Iglesia Católica. El ángel de la guarda nos auxilia en nuestras penas, mostrándonos la bella recompensa que tendremos si perseveramos en el camino del bien.

A toda esa gente que se siente sola, que está deprimida, va un consejo de oro: no desprecien a ese gigantesco acompañante que Dios puso a su lado, el ángel de la guarda.

Por Saúl Castiblanco

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