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Nuestros Superhéroes

Redacción (Miércoles, 20-11-2019, Gaudium Press) Desde que existe la humanidad, y con ella el instinto de sociabilidad, el hombre busca paradigmas, modelos vivos o incluso ficticios que seguir.

«El ejemplo es una lección que todos los hombres pueden leer». 1

Pero en la imitación no solamente se aprende a título personal, si no que teniendo como fundamento la búsqueda de arquetipos se desenvuelve la cultura y por ende las civilizaciones. 

Los «Superhéroes» de la antigüedad

Desde tiempos inmemoriales  los mitos y leyendas han obsequiado la imaginación de los pueblos con héroes, monstruos, dioses, semidioses y toda clase de entes sobrehumanos que representan, como en un espejo aumentado, lamentablemente por lo general distorsionado, las más osadas aspiraciones, las inquietudes, costumbres y deseos del alma humana. Es por esto que al estudiar la historia siempre encontraremos una relación de correspondencia entre la moralidad de las civilizaciones y sus mitos. 

Por lo tanto, es ingenuo quien piensa que las creencias de muchos pueblos antiguos, más conocidas como mitologías, constituían verdaderas religiones, racionales y dogmáticas, siendo que en realidad eran mucho más folclore para entretener o circunscribir la religiosidad del pueblo, algunas de las cuales se encontrarían casi al nivel de un «comic» moderno. Sabemos incluso que el politeísmo era criticado por los más destacados sabios de la antigua Grecia, aunque nunca llegara a ser erradicado, pues en esta fantasía las gentes encontraban de forma simbólica, e incluso inconsciente, la justificación de sus desvíos morales. 

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De esta forma en la antigüedad encontraremos simples mitos pastoriles, propios a pueblos aún poseedores de una gracia de inocencia, así como complejas tramas llenas de intriga, odio y toda clase de indecencia, propias a civilizaciones «desarrolladas», pero decadentes en el espíritu, llegando incluso a la adoración de «Molochs» y demás demonios, insaciables de sangre inocente, y todo tipo de desórdenes que les llevaron a la perdición de sus almas, al ocaso de la razón y finalmente a la autodestrucción. 

En la búsqueda de lo Absoluto

Si el alma humana, preservada de las deformaciones propias del paganismo, poseedora de la inocencia primera, se dirige, como es natural, a la correcta búsqueda y admiración de prototipos, auxiliada por la gracia de Dios, no se quedará en la mera imitación de los modelos visibles, si no que aprenderá en la contemplación de los reflejos divinos que encontramos en el universo, a moldearse cada vez más a imagen y semejanza del Creador. 

Esto es lo que el  Dr. Plinio Correa de Oliveira describe como «Búsqueda del Absoluto», que no puede ser confundido con una mera divagación de espíritu, sino que siendo a partir de la contemplación un ejercicio de la imaginación, auxiliado por la gracia, termina siendo una peregrinación dentro de los posibles de Dios, dentro de la esencia de Dios. Consiste «en la contemplación y asimilación de aquello que siendo un pináculo en su género o en su especie, nos acerca a Dios; una materialización altísima o la más alta de una Idea Divina, materialización que puede ya haber sido creada o ser posible de crear; un concreto realizado o posible que se constituye en un arco voltaico con la Esencia Divina: un bello Arco Iris es algo sublime; Jesús en la Cruz por amor a los hombres es La Sublimidad». 2

De esta búsqueda de arquetipos, basada en la inocencia procedería la perfecta civilización, sólo posible cuando el hombre motivado por la práctica de la virtud busca reflejar en todo lo que hace, la infinita perfección de Dios. 

También, como consecuencia lógica de esto, el mal, para conquistar las almas, solo siendo capaz de «remedar» con un sacrílego plagio invertido, los procedimientos divinos, crea en el mundo falsos puntos de referencia, digamos «infratipos», que poco a poco, evitando «cristalizaciones» o «sustos» en la opinión pública, se parezcan más y más con el padre de la mentira, satanás. Y estos paradigmas malignos podrán ser encontrados en todos los grados de la mediocridad así como en los extremos más radicales del mal.

«Dime cuales son tus modelos y te diré quien eres»

Como consecuencia de esto podríamos afirmar que una manera muy eficaz de realizar el diagnóstico de una sociedad o incluso de una época histórica, sería identificando, clasificando y analizando los puntos de referencia que guían a las masas.

Y no se trata de simplemente hacer una encuesta al respecto, pues habrá quienes digan «de la boca para afuera» con acostumbrado y casi inconsciente cinismo que tienen puntos de referencia muy elevados y dignos, pero en la práctica, en las costumbres y en la interioridad son arrastrados por la sucia e imperante corriente de las modas y ambientes revolucionarios. 

En nuestro mundo globalizado, los medios de comunicación y entretenimiento masivo, especialmente a partir de Hollywood, aprovechándose eximiamente del fenómeno psico-espiritual de la imitación hasta aquí descrito, han sabido conducir el mundo a la aceptación de nuevas ideologías, costumbres, «ways of life», que quieren imponer de forma planificada, con finalidades ciertamente oscuras, guiándo las masas anestesiadas y cada vez menos racionales y críticas a un «modus vivendi» no solamente neo pagano, si no que cada vez más claramente anticristiano. 

Y así van colocando a nuestro alcance todo un surtido de «prototipos»: artistas, deportistas, modelos, superhéroes, para todas las edades, psicologías y gustos. Algunos atrayentes por sus cualidades físicas: belleza, habilidad, gracia, excentricidad, prestigio… Y en el área de las fábulas personajes con poderes sobrehumanos, los más variados, siempre caracterizados por un altruismo enteramente laico y autosuficiente, y no rara vez con una presentación realmente confusa, pues siendo supuestamente «bien intencionados», suelen ser representados con aspecto monstruoso, oscuro o incluso diabólico. Así deformando tendencialmente la mente de los niños, que dejarán de asociar lo feo y siniestro con el mal, como naturalmente debería de ser.

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Por lo que nos encontraremos con practicantes de la magia, mutantes, o humanos asociados a criaturas que relacionamos con la oscuridad y suciedad, como arácnidos y murciélagos. Radicalmente diferenciados de los héroes de antaño que se caracterizaban por la nobleza, limpieza, bondad, integridad y pulcritud. 

En este mundo revolucionario la variedad de «infratipos» se hace realmente desconcertante, pero hay un factor que todos tienen en común: el materialismo ateizante por su total ausencia de espíritu sobrenatural.

Los verdaderos «Superhéroes» 

Hoy en día pareciera que muchos católicos han olvidado que la Iglesia propone a los santos no solamente como intercesores ante Dios en nuestras necesidades, si no que principalmente como modelos a seguir, como ejemplos en nuestro día a día, constituyéndose así como los verdaderos arquetipos que estamos llamados a imitar.

Si buscamos un ejemplo de «altruismo», mejor entendido como caridad, encontraremos de sobra modelos como Santa Isabel de Hungría y San Camilo de Lellis; hombres y mujeres que sacrifican todo por atender las necesidades del prójimo. Si buscamos ejemplos de virginidad, pero entendida como la mejor aliada a la combatividad, brillará ante nuestras miradas la fantástica, pero real figura, de una Santa Juan de Arco, resplandeciendo sobre un corcel, revestida de la armadura de la fe y empuñando el gladio de la determinación categórica en defensa de la Santa Iglesia. Si buscamos ejemplos de personas dispuestas a sacrificarse por la salvación del mundo, encontraremos el ejemplo de miles de mártires y víctimas expiatorias, quienes nos han enseñado que el mayor «superpoder» del hombre se encuentra en unirse al sacrificio del Hombre-Dios en la aceptación de la Cruz. 

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Que diferentes seríamos si en vez de compararnos con otros seres de carne y hueso, entendiéramos que Dios puso a nuestro alcance una criatura espiritual, que al mismo tiempo es un «arquetipo» y un «alterego», una especie de molde supremo de aquello que deberíamos de ser, y seremos si aceptamos la voluntad de Dios en nuestras vidas, siendo en última instancia nuestro más personalizado objeto de referencia. ¿Quién es este ser misterioso?… Nuestro ángel de la guarda. 

Búsqueda de la perfección 

En conclusión, hemos sido hechos a imagen y semejanza nada más y nada menos que de Dios, y Jesucristo mismo nos ha dado un mandato en que clarísimamente nos explica cuál debe ser nuestro último punto de referencia «Sed perfectos como mi Padre celestial es perfecto» Mt 5:48.

Meditemos entonces, ¿Cuál es nuestro objeto de comparación? En nuestra espiritualidad, costumbres, lenguaje, formas de trato, de vestir. ¿A quién estamos imitando? 

Los padres de familia y educadores, preguntémonos también: ¿qué modelos estamos promocionando para la educación de nuestros hijos con los juguetes, películas, lecturas o modas a que les damos acceso?

¿Permitiremos indolentemente que sigan moldeando a nuestros niños según los dogmas del mundo neopagano, con formas cada vez más monstruosas, antinaturales, psicológicamente y espiritualmente destructivas?

Ya decía el filósofo griego Demócrito, cuando el paganismo no había apostatado del sentido común, como sucede en nuestros días: 

«Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa». 3

Moldeando la Sociedad del Reino de María

No hay peor error que querer adaptar la Iglesia al mundo, pensando ingenua o pérfidamente, que de esta manera se atraerá a las ovejas que están fuera del rebaño. El mundo es el que debe moldearse según la Iglesia, que es una institución Divina… jamás al contrario. Y es cuando la Iglesia ilumina con el esplendor de su Santidad, que como decía el Dr. Plinio, es la Pulcritud de las Pulcritudes, es ahí cuando los hombres adhieren a la Verdad que se revela a través de ella. 

La humanidad está llegando a un punto de inflexión en que los católicos que quieren ser consecuentes con su fe, se ven impelidos a cortar radicalmente con el mundo, si no quieren ser tragados por este verdadero «tsunami» de inmundicias.

Una actitud que no diremos nunca que sea fácil o cómoda. Ir «contracorriente» en nuestros días conlleva la abnegación y determinación de los primeros cristianos, el heroísmo y espíritu de sacrificio de los cruzados y una confianza en María Santísima para enfrentar las mayores pruebas y persecuciones, nunca antes vista en la Historia. 

No dejemos apagarse la luz de la esperanza, pues una cosa es cierta: de los corazones quebrantados y humillados, que se dejen moldear según el «Inmaculado Corazón de María», saldrá una nueva sociedad, que con una purificada y renovada búsqueda de lo absoluto, traerá a este mundo nuevas formas de arte, con una belleza y magnificencia nunca antes vista o imaginada, nuevas formas de vestir caracterizadas por un pudor y modestia llevado hasta la sublimidad, formas de trato solo comparables a las de los ángeles. La realización del supremo designio de Dios respecto a la humanidad: que se haga Su voluntad así en la tierra como en el cielo. Amén. 

Por Santiago Vieto

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1- Morris west (1916-1999) Escritor australiano.
2- Plinio Corrêa de Oliveira: amor absoluto a la sublimidad, Gaudium Press.
3- Demócrito de Abdera (460 AC-370 AC) Filósofo griego.

 

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