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La intolerancia de la ‘tolerancia’

Redacción (Jueves, 27-10-2016, Gaudium Press) En una Universidad, de acuerdo a ciertos cánones modernos, usted podría pensar lo que quiera y no tener problema en manifestarlo. Sin embargo, hay ciertos temas o comportamientos que son inaceptables. Por ejemplo si una mujer practica la castidad, el ambiente no la tolera, le ‘caen encima’, y la acusan de enferma, monja, mojigata… Es la dictadura de los ‘tolerantes’.

En estos días la Universidad de San Pablo, en EE.UU., que es conocida como ‘pro vida’, acaba de prohibir a sus alumnos pronunciarse a ese respecto para no provocar a sus contendores, que ya se han manifestado violentos. Llegamos a ese punto, que los «intolerantes» se callen por miedo y recelo de los «pseudo-tolerantes».

Para una opinión que se va generalizando, si usted mantiene conceptos religiosos, morales o políticos definidos, es atacado de cerrado, intransigente, fanático. Una actitud definida hiere a la dictadura del relativismo.

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El imperio de la verdad, la bondad y la belleza ‘regresará al galope’…

Hoy estamos en la generación del ‘pensamiento líquido’ como dice Bauman, en que toda convicción se liquidifica. Maffesoli habla de una saturación de la lógica, un hartazgo de la razón, del pensamiento y del querer definidos. Gianni Váttimo, teórico de la Post Modernidad dice que el paso de la modernidad a la post modernidad se configura como el paso del pensamiento fuerte a un pensamiento débil, y ese pensamiento débil se presenta explícitamente como una forma de Nihilismo (1) Todo vale, la actitud es de hermenéutica, todo puede y debe ser interpretado. Habermas sustenta que la verdad la da el consenso y no es objetiva.

Del super racionalismo de Descartes y Kant hemos ido pasando poco a poco al desvanecimiento de la razón. Hoy existe el imperio de lo ‘light’, efímero, no hay grandes pensamientos, panoramas, todo es lúdico y vuelto hacia el sentir, la imaginación. Vamos resbalándonos hacia la nada.

La revolución francesa mató al rey para producir la igualdad política; hoy en día han descabezado la razón para dejarnos llevar por el proletariado del sentir, ha habido una subversión dentro del ser. Sentidos que encuentran su plenitud en el sin sentido.

Por todas partes se propicia una suerte de ruptura indolora con lo Absoluto, con lo sagrado, con lo que permanece. Hay una pérdida de la memoria histórica, de la tradición y una ignorancia del misterio, vamos entrando en un connubio irracional con la nada. Pero al mismo tiempo hay un despertar hacia la magia, la brujería, esoterismo, la nueva era y el satanismo. Nuestra sociedad tiende hacia el ateísmo, el ‘nadismo’, el feísmo, que se acaban abrazando con el satanismo, porque el ser humano no puede vivir sin la trascendencia.

Los jóvenes se abandonan lúdicamente al instante que pasa según los movimientos primarios de la propia subjetividad. Maffesoli dice que ahora se sigue a otra lógica, espontánea, instintiva, gozadora, cansada del peso de la identidad, que proviene del principio dionisíaco del eros.

No se quiere ni a Dios, ni a la sociedad, ni al hombre, sino la fruición efímera gozadora dolorida y, en el fondo el vacío. Terrible rebelión con aires juguetones contra la sabiduría, contra el propio Orden del ser en lo que tiene de más íntimo.

Hay una tendencia fuerte hacia la globalización de las religiones, un pan-religioso. Cada uno puede practicar su fe pero no puede hacer apostolado, o sea querer convertir a los otros. Ese sueño utópico ya lo manifestó en el siglo XV Pico de la Mirándola, que sustentaba unir las religiones para acabar con las guerras, y formar una sola creencia.

No hay verdad absoluta religiosa. Cada uno tiene su propia verdad.

Todo tiende hacia la globalización de los países, hacia una República Universal ciertamente dirigida por algún organismo internacional laico. Es el sueño revolucionario antiguo, que quiere un mundo igualitario, amoral y dirigido por fuerzas cibernéticas y gurús.

Todo tiende hacia la destrucción de las verdades absolutas. Y la gran incomprensión se dará contra quien quiera mantener convicciones fijas, que no se negocian.

Permitirá Dios un mundo futuro cercano intolerante contra el Verum, discriminatorio del Bonum y dictatorial contra el Pulcrum? No porque así como dice ese famoso adagio: sacad lo natural y volverá al galope, sacad la Bondad, la Verdad y la Belleza que volverán al galope.

Por Gustavo Ponce Montesinos

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(1) Ponce Montesinos, Gustavo. La Concordia social, una vía para la paz, desde la perspectiva de San Agustín. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. 2013. pág. 39.

 

 

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