lunes, 25 de noviembre de 2024
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¿Por qué imitar a los Santos?

Redacción (Martes, 03-09-2019, Gaudium Press) Es fácil percibir que los hombres se influencian mutuamente cuando se relacionan socialmente.

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El niño imita a los padres, un joven músico se inspira en el maestro para ejecutar una melodía, los gestos de dos amigos tienden a asemejarse, pues la imitación es co-natural a los hombres desde la infancia, distinguiéndonos como la criatura más imitativa de todas.

Ese mimetismo innato clavado en nuestra humanidad se verifica también en el ámbito sobrenatural.

Santos: imagen de Dios transpuesta para el día a día

Conforme subrayó Benedicto XVI, «los Santos constituyen el comentario más importante al Evangelio, una actualización suya en la vida cotidiana y, por consiguiente, representan para nosotros un verdadero camino de acceso a Jesús». (1)

Podemos, sin duda, considerarlos como imagen de Dios transpuesta para el día a día.

El concepto de imitación de Cristo – directamente o a través de los Santos – está presente en los Libros Sagrados, sobre todo en las cartas de San Pablo, como la destinada a los filipenses: «Sed mis imitadores, hermanos, y observad a los que andan según el modelo que tienes en nosotros» (3, 17).

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San Francisco de Asís estaba bien consciente de su papel simbólico cuando decía: «Debo ser modelo y ejemplo para todos los frailes». (2)

Las alabanzas a San Francisco no se realizaban en detrimento de la adoración a Nuestro Señor, antes, al contrario, la incentivaba.

En realidad, el franciscano solo alcanzaría la santidad imitando a su santo fundador; Francisco se tornó para ellos un libro abierto de virtudes, un ejemplo a ser practicado.

Cada capítulo de su vida está marcado por la intensa convivencia con sus hijos espirituales y, después de la muerte, por los favores de su intercesión por ellos en la tierra, los cuales le retribuían con aún mayor fervor y admiración.

Culto a la Personalidad

Para el hombre contemporáneo esas analogías entre Cristo y los Santos podrían parecer sin propósito o incluso maliciosamente tachadas de «culto a la personalidad».

Nada de más injusto o alejado de la realidad. Los homenajes prestados al Santo, incluso en vida, nada tenían de artificial, pues las multitudes acudían naturalmente para aclamarlo y venerarlo: «El pueblo prestaba atención en sus palabras como si hablase un Ángel del Señor». (3)

Por el Padre Felipe de Azevedo Ramos, EP

(Trecho del artículo «Imitar a los Santos para imitar a Cristo») 
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(1) BENEDICTO XVI. Audiencia general, 20/8/2008.
(2) ESPELHO DE PERFEIÇÃO, c. XX (FF 1703), in MENESTÒ, Enrico; BRUFANI, Stefano (Ed.). FontesFranciscani. Assisi: Porziuncola,1995.
(3) Idem, c. XVI (FF 1699).

 

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