Redacción (Lunes, 02-01-2012, Gaudium Press) Nuestra época de la post-modernidad llegó al auge de una gran crisis humanista, siendo que el punto clave de toda esta problemática está en que, parafraseando a Touraine, el orden social dejó de basarse en el principio del bien y el mal como derivaciones de un orden divino o natural. En otras palabras, es fácil anunciar que hubo una ruptura filosófica con la sabiduría escolástica, particularmente de S. Tomás de Aquino, donde, en términos de iusnaturalismo, se originó una filosofía de los derechos humanos que no fluye en una defensa fundamental de esos mismos derechos.
Entre los varios paradigmas de la post-modernidad está este: el relativismo ético, fruto de la profunda crisis moral del hombre contemporáneo que instrumentaliza a la persona humana, desconsiderando su objetiva dignidad. Por esa razón, la reflexión antropológica no puede partir de un punto cualquiera. Es prioritario reconocer la existencia de una ley sinderética, acorde a la consciencia racional humana, una ley natural que señala la bondad o maldad de los actos humanos, la cual tiene un fundamento objetivo y se convierte en una referencia segura para la vida personal y social humana. Es con base en esa ley, y de la noción de un cierto orden esencial incluido en la naturaleza humana, tomado como principio general en el abordaje de los más variados temas morales y éticos, que se puede tener una mayor precisión y ajuste en las conductas humanas en busca de una «verdad práctica».
Retomando la expresión de S. Pablo «la letra mata pero el espíritu vivifica», se puede indagar sobre la razón por la cual se está encadenando cada vez más la humanidad en legalismos jurídicos, en «letras» formales. Ellos son el rastro evidente de la crisis insoluble en la que vivimos. Entretanto, la respuesta parece simple: porque se substrajo la idea de un Espíritu inmutable y eterno el cual inscribió en la naturaleza racional humana una ley, por una naturaleza escrita y regida por manos humanas, por la razón.
El objetivo es claro: alcanzar la paz y el orden mundiales. Entretanto, su esterilidad en términos prácticos coloca en duda la legalidad de esas «letras».
Toda la temática de los derechos humanos engloba una infinitud de temas controvertidos. Exigen una particular atención a la dignidad de la vida humana de cara a los avances e imposiciones de la tecnociencia – particularmente estudiada por la Bioética – y la familia, célula básica de la sociedad. Si en este inicio de siglo XXI la dignidad humana está en peligro, eso se debe a la ausencia de una visión objetiva y aclarada sobre lo que realmente es la naturaleza del hombre y cuáles sus exigencias, para efectos de un auténtico progreso.
Por el P. Jorge Filipe Teixeira Lopes, EP
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