jueves, 28 de noviembre de 2024
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La construcción del bien común no debe renunciar a la Verdad

Redacción (Viernes, 11-11-11, Gaudium Press) Vemos la extrema dificultad que la política tiene hoy en la construcción de la gratuidad, sin los pilares que dan fundamento a la dádiva de sí mismo, a semejanza de Cristo, que dio la vida por todos, y de este modo, de la caridad cristiana, que se basa en el mandamiento nuevo traído por el Señor. No se puede tratar de una caridad estoica que da sin compadecerse con el prójimo, manteniendo la distancia y no dejándose llevar por los sentimientos, sino de algo totalmente nuevo, una novedad que nos pide una transformación, una conversión. Así, la justicia, la solidaridad y la gratuidad parten de una Palabra que nos habla y renueva, santifica e impulsa.

Paris-nocturna1.jpgEl Papa Benedicto XVI en la encíclica Deus Caritas Est considera exactamente que «nunca habrá una situación donde no sea necesaria la caridad de cada uno de los individuos cristianos, porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad del amor» (n. 29). Mons. Giampaolo Crepaldi, actual Arzobispo de Trieste, mostraba en una conferencia siendo aún Secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, cómo el Estado nunca será capaz de «producir» el amor fraterno, incluso siendo una sociedad la más perfecta y la más justa. (1)

El dominico López de la Osa sugiere la existencia de valores evangélicos en comunicación y la acomodación a una peculiar terminología capaz de ser aceptada en nuestros días: el compromiso comprensivo en una actitud empática, pasando por un segundo momento que implica una afectividad (simpatía), y que desemboca a su vez en el acto concreto (conatismo), lo que lleva a la construcción no solo de nuestra dignidad, sino también de la del prójimo. (2)

Y resaltando el peculiar papel de los «otros Cristos», Domenèc Melè llama la atención a la ejemplar unidad de vida a la cual los cristianos están llamados al actuar en la vida pública, que debe impulsarlos al deber y el bien común, a estar abiertos y cooperantes, sin entretanto renunciar a la verdad. (3)

Esta apertura no deberá dejar de llevar a un edificante diálogo. Por eso, Mons. João S. Clá Dias, EP, al comentar el pasaje Evangélico: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22, 21; Mc 12, 17), resalta: «Las cosas de Dios y las cosas de la tierra no deben ser antagónicas. Al contrario, entre ellas debe haber colaboración. En la armonía entre ambas esferas, la temporal y la espiritual, está el secreto del progreso. Y la Historia nos muestra que nada puede haber más excelente que seguir el consejo de Nuestro Señor: ‘Buscad, pues, el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas os serán dadas por añadidura'» (Lc 12, 31).4

Por el P. José Victorino de Andrade, EP

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