martes, 26 de noviembre de 2024
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Ángeles y super-héroes

1.jpgRedacción (Jueves, 01-06-2017, Gaudium Press) Pueda ser que algún día los niños y los adolescentes lleguen a tener constantemente a su lado y a su alrededor los ángeles del Cielo de forma visible y acogedora. Al reemplazárselos hoy día Hollywood por esos super-héroes monstruosos de ficción y violencia, mezcla de humanos y animales -algunos los más repugnantes, la imaginación comenzó a sumírseles en lo horrendo y lo vulgar, llevada en los brazos de estos personajes que no son sino una parodia irreverente de la caballería angélica.

La apetencia de entrar en contacto con seres que posean cualidades nobles y poderes sobrenaturales, es característica de cierta etapa de la vida, donde el deseo del heroísmo, el riesgo y la lucha se convierten en un auténtico propulsor vital, buscando realizarse más allá de su propio entorno familiar. El niño y el adolescente comienzan a fijar eso en referentes, pero no enmascarados o con una doble personalidad -como acostumbran mostrarnos esos muñecos de fábula grotesca que supuestamente hacen el bien y la justicia a escondidas, trampas, puñetazos, violencia y pura buena suerte.

Todo parece indicar que esas historietas quisieron llenar un vacío, tan pronto la impiedad liberal comenzó a negar y ridiculizar la existencia de los ángeles y los santos del Cielo como poderosos asistentes e intercesores en la vida de este valle de lágrimas, peligros y pecados. La horrorosa legión de figurillas musculosas y voladoras invadió el alma llenándola de fantaseos y quimeras autistas, haciendo el daño peligrosamente irreversible en algunas personalidades jóvenes en proceso de formación.

Los hay para todos los gustos y devaneos mentales. Viven en una especie de nuevo olimpo de dioses mitológicos y evocan frecuentemente criaturas como arañas y murciélagos. Casi todos vuelan o poseen una agilidad espectacular para saltar, trepar y correr. En suma, pueden ser los nuevos ángeles de la guarda de varias generaciones en las que ha ido decayendo poco a poco la piedad, la apetencia del Cielo y el verdadero amor a Dios.

«¿Qué horizontes se abrieron con estas historietas para la infancia? Los del crimen. ¿Qué deleites? Los de la excitación nerviosa tendiente en ciertos casos casi al delirio. ¿Qué ideales? Los de la fuerza bruta y la vida de aventura sin rumbo y sin fin. Con esto no se forma un hombre, ni mucho menos un cristiano. El producto de todo esto será un neobárbaro» (1).

Neobárbaro nada difícil de identificar en las calles de nuestras ciudades de hoy con sus tatuajes, sus «percings», aretes, peinados, pantalones rotos y cabellos teñidos de colores chillones. Y en la mente solamente eros, droga, resentimiento social y el alma en ocasiones dispuesta para una auténtica posesión diabólica.

Por Antonio Borda

(1) Plinio Correa de Oliveira,»Lo maravilloso, lo real y lo horrendo en la literatura infantil» CATOLICISMO No. 40, Abril de 1954.

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