Redacción (Lunes, 10-12-2012, Gaudium Press) Por ejemplo, la trompeta, instrumento musical de viento que nunca falta en ninguna gran orquesta. ¿Qué sería de ella sin haber recibido la unción del cristianismo? Algunos especialistas de la música, no sin cierta hilaridad, intentan imaginarse lo difícil que sería ubicar a los trompetistas dentro del conjunto de una gran sinfónica, si se hubiera mantenido el fuste largo que tiene que recorrer el viento para matizar el sonido característico de este instrumento magnífico con el que el pueblo israelita echó abajo las murallas de Jericó y los ángeles de Dios anunciarán el Juicio Final. Pero otros -más osados todavía en lo que se refiere a hipótesis- conjeturan que la trompeta en su diseño original y sin la espiral como se la conoce hoy día, no solamente podría alcanzar sonidos con notas inimaginables sino que daría un realce y elegancia majestuosa a las interpretaciones, solo que se necesitaría entonces más que hombres, una categoría intermedia entre estos y los ángeles para sonarlas, para conseguir esas melodías donde solamente la fe y la imaginación humana alcanzan a llegar.
Foto: Sebastià Giralt |
Conocida desde tiempo inmemorial, la trompeta sonó siempre en China, Persia, Egipto, Grecia y Roma por supuesto, cada vez con más pulidez y finura. Anunció grandes ceremonias, guerras y funerales, adornó las festividades y sobre todo prometió alegres resonancias maravillosas para la eternidad en la Visión Beatífica, todo esto hasta que sentó reales definitivamente en la Europa cristiana desde la inocente Edad Media. Hoy día no podemos imaginarnos ninguna de esas grandes obras musicales de Haydn o de Mozart, sin el fondo brillante y lleno de destellos casi sobrenaturales que manan de sus partituras para conciertos de trompeta, elevando el alma a esferas celestiales, angélicas, divinas, más arriba de esta tierra de exilio. ¿Quién pensaría en una interpretación de ‘Les Anges dans nos campagnes’ sin trompetas para conmemorar ese Gloria in excelsis Deo que resonó el día del nacimiento de Jesús ante los pastores, interpretado por coros angélicos ciertamente con sonoridades de trompetas celestiales?
Foto: Juantiagues |
Tampoco no es imposible imaginar con fe piadosa, decía alguna vez el Prof. Plinio Correa de Oliveira, que si hubiésemos escuchado la voz de Dios creando al universo, cada orden suya, cada ‘hágase’ solemne e imperativo, resonaría como un toque de trompeta, ya fuere agudo, grave, alto o bajo según lo que fuese saliendo de los esplendores de su ser para gloria y manifestación eterna de su amor. Del mismo modo sonarían los mandatos que le dio a Moisés en lo alto del Sinaí cuando le entregó el Decálogo por pura misericordia con los hombres, y que se fueron inscribiendo con rayos en la dura piedra de las tablas de la ley.
Sin embargo es curioso verificar que al instrumento que hoy conocemos se le fueron añadiendo con el paso de los años, elementos que perfeccionaron su sonido afectando un poco su estética: Primero fue curvarlo en esa forma de bucle que hoy tiene para hacerlo más versátil. Después le añadieron las bombas y los pistones. También la boquilla fue progresivamente modificada para hacerla más cómoda pues en últimas la vibración de los labios del intérprete es lo que definitivamente hace el «brillo» y el «espíritu» del sonido ayudando a expresar no solo sentimientos sino también pensamientos, aunque sea un tanto desordenados como en el jazz. Pareciera que la trompeta es el instrumento de música metal-viento que más afina con el espíritu humano. Pero haber llegado a este etapa de la comprensión de lo que de ella se puede sacar, fue un largo proceso de investigación y pruebas aderezadas con paciencia y perseverancia, casi una revelación, que solamente podía haberse aclimatado en el seno de una cultura y civilización mansamente empecinada en el rescate del ‘pulcrum’ paradisíaco que infelizmente perdimos. No era para menos, cuando nuestro acervo cultural Occidental judeo-cristiano, registra grandes momentos de la historia con fondo musical siempre de trompetas.
Por Antonio Borda
Foto: dlf70 |
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