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La realidad que solo la Fe alcanza – II Parte

Redacción (Viernes, 23-06-2017, Gaudium Press) Hay muchas personas que dicen: «Es absurdo crer en aquello que nuestros sentidos no pueden percibir, pues, ¿quién puede comprobar que existe verdaderamente? Consecuentaemente, tales personas abandonan la fe católica, recusándose a reconocer que el hecho de que sus sentidos externos son incapaces de contemplar tales verdades, no significa, de ninguna manera, que ellas realmente no existan.

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Una metáfora usada por Monseñor João Clá Dias 6 ilustra elocuentemente lo que fue dicho: «Vamos a suponer que estamos viajando en un carro y contemplando un bello panorama. De repente, al pasar por un charco, los vidrios del auto se cubren de lodo, y por ello ya no podemos contemplar el panorama. ¿Sería lógico decir que el panorama desapareció, solo porque nuestros ojos dejaron de verlo? Es cierto que no. Lo mismo ocurre en lo que dice respecto a la existencia de Dios y las realidades sobrenaturales: Ellas no dejan de existir porque nosotros, simples mortales, no seamos capaces de contemplarlas.

Alguien podría objetar: Si Dios realmente existe, ¿por qué no permite que lo veamos? San Teófilo de Antioquía responde:
«Dios es experimentado por aquellos que pueden verlo, desde que los ojos de su alma estén abiertos. Todos tienen ojos, pero algunos los tienen obscurecidos y no perciben la luz del sol; y no es porque los ciegos no ven la luz del sol que ella deja de brillar; los ciegos deben buscar la causa de su ceguera en sus propios ojos». 7

Afirma el próprio Santo Tomás, refiriéndose al conocimiento que podemos tener de Dios: «lo que es cognoscible em sí mismo no es cognoscible por un intelecto por exceder en inteligibilidade el intelecto».8

Y acrecienta el siguiente ejemplo: «El sol, aunque sea al máximo visible, no puede ser visto por los murciélagos en razón del exceso de luz». 9

Mons. João Clá Dias 10 explica, citando al Doctor Angélico, que Dios es «sumamente visible», entretanto, así como los murciélagos son incapaces de ver la luz del sol porque ellos no tienen ojos, nosotros no podemos ver a Dios, porque nuestra mirada no tiene esa facultad. «Él es para todos universalmente incomprensible», – declara San Dionisio-, «y no puede ser conocido por los sentidos». 11

Tomás de Kempis nos advierte a ese respecto: «Procura despegar tu corazón del amor a las cosas visibles y aficiónalo a las invisibles: pues aquellos que satisfacen sus apetitos sensuales manchan la conciencia y pierden la gracia de Dios». 12

¿Cuál debe ser, entonces, el papel de los sentidos, en relacion a la fe? Mons. João responde: «Ante la Fe los sentidos tienen que entregarse, tienen que rendirse; nosotros tenemos la obligación de doblar las rodillas, de juntar las manos y decir: «yo acepto». 13

Por la Hna. María del Pilar Perezcanto Sagone, EP
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6 – CLÁ DIAS. João Scognamiglio. Estamos em Deus e a Ele devemos nos abandonar!: Homilía. São Paulo: 14 ago. 2006. (Arquivo IFTE).
7 – SAN TEÓFILO DE ANTIOQUÍA. In: COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL LITÚRGICA DE MÉXICO Y CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA. Liturgia de las horas. 20. ed. Barcelona: Desclée De Brouwer, 2005, v. II, p.217.
8 – SANTO TOMÁS DE AQUINO. S. Th. I, q.12, a.1.
9 – Loc. cit.
10 – CLÁ DIAS, João Scognamiglio. Da série sobre a Fé II. Conferencia. São Paulo, 18 nov. 2006. (Arquivo IFTE)
11 – SAN DIONISIO, apud SÃO TOMÁS DE AQUINO. Op.cit. ad. 1.
12 – KEMPIS, Tomás. Imitación de Cristo. Sevilla: Apostolado mariano. [s.d.], p.5.
13 – CLÁ DIAS. Da série sobre a Fé II. Op.cit.

 

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