En el rezo del Regina Coeli ayer, Francisco meditó sobre la lectura evangélica del día, en la que el Señor promete a los discípulos la venida del Espíritu Santo.
Roma (18/05/2020 12:43, Gaudium Press) Ayer, en el rezo del Regina Coeli en la Biblioteca Apostólica Vaticana, el Papa Francisco recordó que hoy 18 de mayo se celebran los 100 años del nacimiento de Juan Pablo II. Teniendo esta conmemoración en mente, el Pontífice anunció que hoy celebraría la misa en el altar donde descansan los restos mortales del Papa Wojtyla.
Y también pidió Francisco que «desde el Cielo él siga intercediendo por el Pueblo de Dios y por la Paz en el mundo.
El Regina Coeli sobre la docilidad al Espíritu Santo
En la meditación sobre el evangelio del día – evangelio que habla del anuncio que hace Cristo antes de la Pasión de que el Padre enviará “otro Paráclito”, que estará siempre acompañando a sus discípulos – el Pontífice explicó que “Jesús vincula el amor por Él a la observancia de los mandamientos”. Pero que Jesús insiste particularmente es en “la disponibilidad” de seguir su camino.
Para seguir el camino del Señor, el propio Jesucristo “promete que rogará al Padre que envíe ‘otro Paráclito’, es decir un Consolador, un Defensor que tome su lugar y les dé la inteligencia para escuchar, y el valor para observar sus palabras”.
“Éste es el Espíritu Santo – señaló Francisco, que es el Don del amor de Dios que desciende al corazón del cristiano. Después de que Jesús murió y resucitó, su amor es dado a cuantos creen en Él y son bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El Espíritu mismo los guía, los ilumina, los fortalece, a fin de que cada uno pueda caminar en la vida, incluso a través de las adversidades y las dificultades, en las alegrías y en los dolores, permaneciendo en el camino de Jesús”.
La docilidad al Espíritu Santo
Es preciso que “manteniéndose dóciles” al Espíritu Santo así se le permita actuar, para que “con su presencia operante, no sólo consuele, sino que transforme los corazones, abriéndolos a la verdad y al amor”.
“Ante la experiencia del error y del pecado – que todos hacemos – el Espíritu Santo nos ayuda a no sucumbir y nos hace captar y vivir plenamente el sentido de las palabras de Jesús: ‘Si me aman, guardarán mis mandamientos’ ”. Es por tanto, la acción del Espíritu en la docilidad del corazón la que nos lleva al amor de Jesús, del Padre, de los mandamientos.
Es el Espíritu Santo «el Don de Dios, es Dios mismo, que nos ayuda a ser personas libres, personas que quieren y saben amar, personas que han comprendido que la vida es una misión para anunciar las maravillas que el Señor realiza en quien confía en Él”, concluyó el Papa Francisco, quien terminó confiándonos, con su oración, a la Virgen María, para que “nos ayude a vivir el Evangelio con alegría, sabiendo que estamos sostenidos por el Espíritu, fuego divino que calienta nuestros corazones e ilumina nuestros pasos».
Con información de Vatican News
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