lunes, 25 de noviembre de 2024
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En el Ángelus del domingo, el Papa meditó por qué los cristianos no debemos tener miedo

El evangelio del día narra como Jesús advierte a los apóstoles a no temer a los que pueden matar el cuerpo pero no el alma..

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Ciudad del Vaticano (23/06/2020 16:57, Gaudium Press) En el Ángelus del domingo,ante fieles presentes en la Plaza de San Pedro, el Pontífice comentó la lectura evangélica del día, que trata de las palabras del Señor a los apóstoles, en las que les dice que no teman a quien es capaz de matar el cuerpo y no el alma. Jesucristo también les expresa que en “vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados” y que si ellos cuidan de las cosas de Dios, Jesús se pondrá “de su parte ante mi Padre del cielo”.

El pasaje de hoy forma parte del discurso misionero con el que el Maestro prepara a los Apóstoles para la primera experiencia de proclamar el Reino de Dios”, explicó el Papa, quien aseguró que «el miedo es uno de los enemigos más feos de nuestra vida cristiana y Jesús exhorta no tener miedo».

Los que quieren silenciar a los apóstoles, los que quieren matarlos, cuando los apóstoles se sienten abandonados por Dios

Jesús anima a los apóstoles a difundir el mensaje que les ha confiado, pero existe “la hostilidad de los que quieren silenciar la Palabra de Dios, edulcorándola o silenciando a los que la anuncian”.

También están quienes realizan una “amenaza física”, contra los anunciadores de la Palabra de Dios. Es esto una “una persecución directa de su pueblo [el pueblo de Dios], incluso hasta el punto de que los maten”, dijo el Papa, recordando también a los cristianos que hoy son perseguidos por amor a su fe. A esos, a los perseguidores, no se les debe temer, pues lo que verdaderamente debe temer un cristiano es perder el don divino de la fe, “renunciando a vivir según el Evangelio y procurándose así la muerte moral, efecto del pecado”.

También un obstáculo para el anuncio de la buena nueva de Jesucristo es sentirse abandonado por Dios, pero ahí tampoco debemos tener miedo “porque aunque pasemos por estos y otros escollos, la vida de los discípulos está firmemente en manos de Dios, que nos ama y nos cuida”.

El Papa concluyó su meditación invocando a la Virgen María, para que Ella nos ayude a “no ceder nunca al desánimo, sino a confiarnos siempre a Él y a su gracia, más poderosa que el mal”.

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