Siguiendo sus catequesis sobre la oración, el Pontífice se centró en aquella que practicaba el Rey David.
Redacción (24/06/2020 09:56, Gaudium Press) Aún la audiencia general de los miércoles las realiza el Papa en la biblioteca apostólica vaticana. Continuando con sus meditaciones sobre la oración, hoy Francisco se centró en la figura del gran Rey David.
“De la descendencia de David, según las promesas, viene el Mesías: un Rey totalmente según el corazón de Dios, en perfecta obediencia al Padre, cuya acción realiza fielmente su plan de salvación”, estableció el Pontífice.
David era el último de los hijos de Jesé y era “ante todo un pastor: un hombre que cuida de los animales, que los defiende cuando llega el peligro, que les proporciona sustento. Cuando David, por voluntad de Dios, deberá preocuparse del pueblo, no llevará a cabo acciones muy diferentes respecto a estas”.
El Pontífice recordó que Jesús puso de relieve y se dijo a sí mismo el “buen pastor”, aquel que “ofrece su vida en favor de las ovejas, las guía, conoce el nombre de cada una de ellas (cf. Jn 10,11-18)”.
El Papa Francisco recordó el pecado de adulterio y posterior asesinato que cometió David del esposo de la mujer con la que había pecado, y cómo el profeta Natán le recriminó de parte de Dios ese pecado. “David entenderá inmediatamente que ha sido un mal pastor, que ha depredado a otro hombre de la única oveja que él amaba, que ya no era un humilde servidor sino un enfermo de poder, un furtivo que mata y saquea (2 Samuel 12,1-15)”.
Dijo Francisco que el Rey David tenía alma de poeta, y lo describe como “una persona sensible, que ama la música y el canto. La cítara lo acompañará siempre: a veces para elevar a Dios un himno de alegría (cf. 2 Sm 6,16), otras veces para expresar un lamento o para confesar su propio pecado (cf. Sl 51,3)”. David compone los salmos, bellas poesías que son oraciones.
“La oración nace precisamente de allí: de la convicción de que la vida no es algo que se desliza a nuestro lado, sino que es un misterio asombroso, que en nosotros provoca la poesía, la música, la gratitud, la alabanza o el lamento, la súplica. La tradición quiere por ello que David sea el gran artífice de la composición de los salmos”.
Dijo Francisco que es el mismo David “profecía de otro Rey, del que él es sólo anuncio y prefiguración”, y que “hay un solo hilo rojo, en la vida de David, que da unidad a todo lo que sucede: su oración”.
El Papa profundiza en esta imagen: “El santo David, reza; David pecador, reza; David perseguido, reza; David perseguidor, reza; David víctima, reza. También David el verdugo, reza. Este es el hilo rojo de su vida. Un hombre de oración. Esa es la voz que nunca se apaga: ya sea que tome los tonos del júbilo, o los del lamento, es siempre la misma oración, sólo cambia la melodía”.
La oración asegura la relación con Dios
El Rey David “nos enseña a hacer entrar todo en el diálogo con Dios”. La oración “es capaz de asegurar la relación con Dios, que es el verdadero Compañero de camino del hombre, en medio a las miles de travesías de la vida”.
“Es tanta la confianza de David que, cuando fue perseguido y tuvo que huir, no dejó que nadie lo defendiera: ‘Si mi Dios me humilla así, Él lo sabe’ porque la nobleza de la oración nos deja en manos de Dios. Esas manos plagadas de amor: las únicas manos seguras que tenemos”, concluye el Papa.
En sus saludos en diversas lenguas, recordó la memoria que hoy celebra la Iglesia de San Juan Bautista y manifestó su cercanía con México, que ayer sufrió un violento terremoto.
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