domingo, 05 de mayo de 2024
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Varonilidad y feminidad, a la hora de la misa

Fue en la misa, en mi parroquia, en la eucaristía de las seis de la tarde…”

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Foto: Anika De Klerk en Unplash

Redacción (15/08/2023, Gaudium Press) Fue en la misa, en mi parroquia, en la eucaristía de las seis de la tarde.

Mi iglesia cuenta con un equipo de auxiliadores, personas de la vecindad en su mayoría señoras mayores – pensionadas, amas de casa o abuelas, de cierta condición social – que reciben a los fieles que van llegando a misa, que ayudan en la recolección de la limosna, a veces en las lecturas, en algunas ocasiones tendrán que fungir como sacristanas.

Pero el lunes pasado pude admirar un poco más detalladamente la actitud de una de estas damas: señora fina sin ser propiamente una aristócrata, con sonrisa con una pizca de artificial, pero que se percibía buscaba ser una expresión de la caridad con la que deseaba recibir a los fieles que iban llegando al templo.

Ella recogió la limosna por el lado derecho de la nave central, de quien mira hacia el altar, donde yo me encontraba. Siempre con su sonrisa, agradeciendo con gestos discretos el dinero que era depositado en el cepillo, buscando no importunar la liturgia que se desarrollaba.

Son almas modeladas por la liturgia, por la piedad, por la Iglesia Católica, me dije. Espíritus maternos, tendientes a la perfección, a la nobleza aunque no lo sean de cuna, inclinados a la consideración benévola, amable y caritativa del prójimo. La Iglesia Católica, la gracia de la Iglesia Católica, qué maravilla las cosas que hace

Entre tanto ese estilo, femenino, no puede ser el único…

En la ciudad en la que vivo hay una ola de inseguridad como hace rato no se veía. Los hurtos han aumentado más de un 30% en lo que va corrido del año, más o menos así en todo tipo de delitos, algunos bien violentos.

Un día cualquiera no sería tan raro que nos deparemos con que así como ha ocurrido en algunos mall, un grupo de delincuentes se aventure a entrar en una iglesia, y robe a los feligreses.

Por eso también debe existir en los católicos también la disposición al combate decidido, ese que enfrenta al mal sin miramientos, con la fuerza más que suficiente para repelerlo, para reducirlo, para impedir enteramente su accionar. El católico, y más el varón católico, debe estar pronto para la lucha cuando necesario, a imitación de tantos santos, obras primas de la gracia, que estaban dispuestos a derramar su sangre en los campos de batalla por las mejores causas, llámense San Luis Rey, San Fernando de Castilla, San Eduardo el Confesor, etc.

Desde hace unos años en mi país, algunas iglesias cuentan con vigilancia privada. Los vigilantes son comúnmente amables, pero siempre desconfiados, atentos, alertas, porque ahí pueden estar los delincuentes, que les importa un pepino la nobleza o la sonrisa de la señora que recoge la limosna los lunes en mi iglesia, porque el mal no se importa y hasta odia el pulchrum. Vigilantes que tal vez ya habrán vivido duras experiencias en su labor.

Otras iglesias o por ser pequeñas, o porque no cuentan con muchos feligreses, o porque el presupuesto no alcanza, no pueden contar con esta vigilancia privada. Entonces – en un ambiente caldeado como el de mi ciudad – deberían tener prontos unos protocolos que señalen con claridad y decisión qué hacer en caso de cualquier amenaza de delincuentes, en coligación con las fuerzas del orden. Porque no tener un plan de contigencia es de bobos, en medio de una fuerte ola delincuencial. Cristo no es solo el Cordero manso, sino también el León de Judá, y así deben ser los cristianos.

En estos planes de contingencia debe brillar la varonilidad cristiana.

Por lo demás, agradezcamos si aún no estamos en una situación como la de los cristianos de Sri Lanka, que llega la Semana Santa y no saben si van a chocarse con un terrorista portador de treinta kilos de dinamita para hacer explotar ceremonia, asistentes y hasta él mismo.

O el caso de Francia, donde quemar iglesias se volvió un deporte semanal, y donde por estos días el ministro del interior ha convocado a la policía y a la gendarmería para el reforzamiento de la seguridad en los templos, ante “la persistencia de un nivel elevado de la amenaza terrorista” .

Feminidad virtuosa cristiana: maravilla. Pero también varonilidad virtuosa cristiana: también maravilla.

Cristo y la Virgen sirven de modelo para todo.

Por Carlos Castro

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