sábado, 18 de mayo de 2024
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El Concilio Vaticano II debe interpretarse a la luz de la Iglesia de todos los tiempos: Cardenal Kasper

Salamanca (Martes, 20-11-2012, Gaudium Press) El Congreso «A los cincuenta años del Concilio Vaticano II (1962-2012)», organizado por la Junta de Decanos de las Facultades de Teología de España y Portugal, culminó en España el pasado 17 de noviembre. La ponencia final del evento estuvo a cargo del Cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, quien hizo un llamado a conocer de forma profunda el Concilio.

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Cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Para el prelado, este esfuerzo «debe ser no sólo sincrónico, referido a la Iglesia actual, sino diacrónico, referido a la Iglesia de todos los tiempos, según el pensamiento de Benedicto XVI». Esta visión de conjunto permite enfrentar los desafíos actuales sin romper con la Tradición, para descubrir la voluntad de «una renovación de la Iglesia dentro de la continuidad».

La interpretación del Concilio Vaticano II se beneficia actualmente de la experiencia de las últimas décadas, según expresó el Cardenal: «Hoy, cincuenta años después, vivimos en un tiempo totalmente cambiado, globalizado. La fe optimista en el progreso hace tiempo que ya se ha evaporado». De este modo, las corrientes más entusiastas que anunciaban una primavera de la Iglesia enfrentan lo que el prelado describió para Europa como una fase invernal.

El Concilio Vaticano II tiene un carácter histórico singular, ya que «no fue convocado por una situación de herejías o cismas, ni se declararon dogmas formales o medidas disciplinares concretas». En cambio, buscó «traducir al lenguaje de nuestros días la fe tradicional». Este reto no estuvo exento de dificultades, lo que dio lugar a interpretaciones contradictorias. «En muchos casos hubo que encontrar fórmulas de compromiso para buscar el consenso, y por eso los textos conciliares albergan un amplio potencial conflictivo», explicó el Cardenal Kasper.

La confusión que generaron algunos sectores de la Iglesia después del Concilio tuvo efectos lamentables, según recordó el prelado: «Se produjo un éxodo de muchos sacerdotes y religiosos, una caída de la práctica religiosa, y sobre todo después de la encíclica Humanae Vitae, rechazada injustamente, surgieron movimientos de protesta». Estos sucesos no están directamente causados por el Concilio, explicó el Cardenal, sino por interpretaciones que opacaron los frutos buenos del mismo.

Para el Cardenal Kasper, los aportes del Concilio Vaticano II contribuyen positivamente en «la vida en las diócesis, parroquias y comunidades religiosas, a través de la liturgia, de la espiritualidad bíblica y de la participación de los laicos». También destacó el llamado universal a al santidad y el reconocimiento de la variedad de carismas que han dado origen a los nuevos movimientos. También expresó que la Iglesia tiene la oportunidad de avanzar en temas como «la colegialidad del episcopado, la corresponsabilidad de los laicos en la misión de la Iglesia, el papel de las Iglesias locales», entre otros.

En el camino de «renovación en medio de la continuidad» que el prelado expuso como voluntad de la Iglesia, comentó que algunas peticiones de reforma «son dignas de ser tenidas en cuenta, como la exigencia de transparencia; otras, que se apartan de la Tradición de la Iglesia, como la petición de la ordenación de las mujeres, no son aceptables». Según el Cardenal Kasper, esas iniciativas comúnmente aceptadas y promovidas por sectores ajenos a la Iglesia, desviarían la religión de su verdadero fin. «La Iglesia que se inspira en las principales corrientes sociales terminará siendo indiferente y, al final, inútil», afirmó.

En cambio, el Cardenal sostuvo que la fidelidad a la Doctrina es lo que verdaderamente atrae y motiva a los fieles. La Iglesia «no será atrayente si se engalana con plumas ajenas, sino defendiendo su causa de forma creíble, siendo valiente y potente ante la crítica de la sociedad». Bajo esta perspectiva de recta interpretación, el Cardenal invitó a aprovechar el valor del Concilio Vaticano II. «Ahora es la ocasión para ocuparse otra vez y a fondo de los textos del Concilio, y extraer sus riquezas», expresó.

Con información de Zenit.

 

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