sábado, 04 de mayo de 2024
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La Belleza y la perfección

Redacción (Jueves, 15-12-2011, Gaudium Press) «La perfección del ser en la línea apetitiva forma la bondad y la misma perfección en la línea entitativa dice orden al entendimiento, formando la belleza», afirma el P. Mateo Febrer O. P. Es decir, bondad y belleza parten de la perfección del ser; pero de forma particular la belleza es esa perfección en cuanto conocida.

6885_M_fbfe8a96b.jpgEntretanto, el conocimiento y sus operaciones son algo amplio. No solo está el conocimiento intelectual, sino también el conocimiento sensible. Dentro del conocimiento intelectual tenemos sus tres actos: la simple aprehensión, el juicio y el raciocinio. Y en todas los anteriores se puede dar belleza: la belleza que existe en una concatenación lógica bien dispuesta, la belleza de la verdad de un juicio recto, y la belleza que surge de la simple primera aprehensión de los seres, tanto en su aspecto intelectual como a través del camino sensible. Toda perfección captada por la facultad cognoscitiva, nos muestra la belleza del ser. Y como belleza que es, según nos dice Santo Tomás, cuando captada, agrada.

Resaltemos aquí esa unión íntima entre belleza y perfección. La verdadera belleza es la que parte de la perfección. A mayor perfección mayor posibilidad de percibir su belleza. Y el placer que causa la belleza, debe ser el aliciente para buscar la perfección. Belleza sin perfección, es falsa belleza.

Corolarios prácticos: – Si la belleza nos agrada, a mayor perfección conocida pues mayor agrado. Y como la perfección en el hombre es la santidad o virtud heroica, a mayor virtud conocida o «sentida» dentro de sí, mayor agrado. No existen personas con mayor agrado interno que los santos, por más que sufran.

15104_M_f8f1d1e.jpg– El conocer ejemplos de vida sublimes, y por tanto más perfectos, traerá una alegría interna mucho mayor que los meros agrados de los placeres sensibles. Si queremos sentirnos inspirados, fortalecidos, ‘impulsionados’, animados y altamente agradados, leamos o conozcamos vidas de santos.

– Dios nos regaló hermosas obras de sus manos: los atardeceres, los bellos paisajes, toda la obra de la creación. Ellas participan de su Ser divino. Al contemplar su belleza contemplamos los reflejos de la perfección de Dios. En la medida en que tengamos esto presente, el universo a nuestro alcance no será ocasión de perdición, por nuestro deseo de fruición egoísta, sino que servirá de escalera para llegar al Creador.

A todo instante, ante la maravilla de la Creación, lo único que nos cabe es decir «Dios», «Dios», «Dios»…

Por Saúl Castiblanco

 

 

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