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La Autenticidad del Evangelio de San Marcos

Redacción (Jueves, 14-11-2013, Gaudium Press)

I – San Marcos

La palabra «Evangelio» viene del griego «evangélion», que significa «Buena Nueva». La Iglesia reconoce oficialmente cuatro narraciones del Evangelio, o sea cuatro son los Evangelios Canónicos: los de San Mateo, San Marcos, San Lucas (llamados «sinópticos» pues pueden ser leídos en sinopsis, o en tres columnas paralelas), y el de San Juan (asaz diferente).

1.jpgHay también otros escritos llamados apócrifos, pero que no son reconocidos por la Iglesia como inspirados por el Espíritu Santo. Si comparamos estos con los canónicos veremos que difieren, pues son exuberantes, tienden a mostrar un «Jesús maravilloso», al paso que los reconocidos por el Magisterio son muy sobrios, no precisan «ornamentar» la figura de Nuestro Señor, pues sus autores los saben aceptados por sus lectores.[1]

San Marcos no fue uno de los doce apóstoles, mas discípulo de estos, en especial, San Pedro.
Es el segundo, y el más breve de los Evangelios sinópticos, cuenta con 673 versículos, mientras que San Mateo 1068 y San Lucas 1149.

Durante mucho tiempo él fue uno de los evangelistas menos comentados, sin embargo poco a poco llamó la atención por el hecho de que se juzgó ser él el más fiel narrador. Su estilo de escribir es el más simple de entre los evangelistas. [2]

Se sabe que su Evangelio es destinado no para los judíos, sino para los paganos convertidos al Cristianismo.

Tal vez por haber sido bautizado por San Pedro, y por haberlo seguido en diversos viajes, este ocupa un lugar saliente en su evangelio.[3]

Entretanto muchas veces este resaltarlo no es muy favorable al primer Papa, y aquí encontramos una primera prueba de la veracidad de sus escritos. Pues, en efecto, si San Marcos quisiese inventar un mero mito, o un cuento, lo lógico es que lo haría de modo a resaltarse, a sí y a lo que le dice al respecto… como lo hacen generalmente los falsarios, para que así sea aceptado y venerado por sus adeptos, y que escondiese todo lo que le pueda perjudicar. Sin embargo no es así, pues a pesar de ser él discípulo de San Pedro, resalta sus faltas de este (Mc.: 8, 32; 14, 66-72). Como si no bastase resaltar las deficiencias, él vela los méritos, así vemos que, por ejemplo la promesa del primado de San Pedro, por él no es narrada.

II- Pruebas históricas de sus escritos

Encontramos testimonios de varios autores antiguos respecto a la autenticidad de los escritos de San Marcos.

En efecto, en un fragmento de Papias (obispo de Hierápolis, Padre de la Iglesia y discípulo de San Juan Evangelista) en Eusebio, (Historia Eclesiástica, 3, 39, 15) el ‘anciano’, esto es San Juan Evangelista se manifestó sobre el segundo evangelio: «Marcos, el intérprete de Pedro, escribió exactamente todo lo que se acordaba, los dichos y hechos del Señor, pero no conforme el orden. En verdad él no había oído al Señor ni había sido su discípulo y sí más tarde acompañara a Pedro. Este suministraba sus enseñanzas de acuerdo con las necesidades de los oyentes sin poner en orden los dichos del Señor. Así Marcos no se equivocó en escribir ciertas cosas do modo como se acordaba, con el cuidado de nada omitir y de nada falsificar de lo que había oído». Como vemos es un testimonio de otro apóstol y evangelista en el sentido de que San Marcos fue el autor de un Evangelio.[4]

Vale también recordar que en 1947 fueron descubiertos, por un beduino que buscaba su oveja desgarrada en Qumran (Palestina) los Manuscritos del Mar Muerto. Estos manuscritos fueron estudiados por el famoso papirólogo P. José O’Callaghan SJ, que llegó a la conclusión, a partir de uno de los minúsculos fragmentos encontrados, que contenía apenas 6 palabras, datado de aproximadamente 50 d. C., que se trataba del texto de Mc. 6, 52, conclusión esta que también fue aceptada por varios otros estudiosos.

A partir de este documento tan antiguo queda descartada la hipótesis de que este Evangelio haya sido inventado posteriormente, y todavía lo sitúa de acuerdo con la tradición Cristiana, o sea, de que el autor realmente es San Marcos que vivió en el siglo I d. C.

Otro argumento a favor de la autenticidad de los Evangelios (de San Marcos y de los demás) es que en ellos la topografía de Palestina es por los evangelistas minuciosamente mencionada, así como la cronología que es asaz exacta, y hasta incluso citaciones de algunos nombres de personajes que realmente existieron y que nos ayudan a definir el contexto: César Augusto (Lc 2, 1); Tiberio César, Poncio Pilatos, Herodes, Filipe, Lisanias… (Lc 3, 1s).[5]

Tampoco se puede decir que son mitos y ni que son inventados pues de acuerdo con el contexto histórico, quien fuese inventar una fábula para atraer a los «desprevenidos» ciertamente no lo haría como lo hicieron los evangelistas cuyos trazos son desafiantes y exigentes para la mente humana de aquella época: el mensaje de un Dios hecho hombre y, más… un Dios que fue crucificado (recordemos que para los Romanos así como para los griegos, naciones dominantes de entonces, los dioses eran unos «súper-héroes» tiranos y que casi no se importaban con los hombres), siendo así escándalo para los judíos y locura para los griegos (1Cor 1, 23 ). La promesa de la Resurrección o de re-unión del alma con el cuerpo era contraria al pensamiento griego. Además, la moral cristiana, que valorizaba la mujer, el niño (incluso indeseado), la familia, el esclavo, la estricta monogamia… solo podría encontrar oposiciones por parte del mundo civilizado.[6]

Donde constatamos que el mensaje del Evangelio es de origen Divino y no puede haber sido producto de ficción de judíos o de paganos de la antigüedad.

III- Doctrina del Magisterio de la Iglesia

Después de haber visto la parte histórica nos resta conferir con la fuente infalible, el Magisterio de la Santa Iglesia Católica.

1) Cuanto a la autoría de San Marcos.

Nos dice San Pío X en una «Respuesta de la Comisión Bíblica, 25 jun. 1912»:

«Pregunta 1: La voz clarísima de la tradición, maravillosamente unánime desde los inicios de la Iglesia y confirmada por múltiples argumentos, a saber, por los testimonios expresos de los Santos Padres y de los autores eclesiásticos, por las citaciones y alusiones presentes en los escritos de los mismos, por el uso de los antiguos herejes, por las versiones de los libros del Nuevo Testamento, por casi todos los códices manuscritos más antiguos y también por razones internas sacadas del propio texto de los Libros Sagrados, obliga a afirmar con certeza que Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, y Lucas, médico, auxiliar y compañero de Pablo, son realmente los autores de los Evangelios que respectivamente les son atribuidos.

Respuesta: Sí» (Dz 3568).

2) Cuanto a la inspiración Divina.

La Iglesia reconoce algunos libros como siendo canónicos y declara que son inspirados por Dios: «es esta la antigua y constante fe de la Iglesia, definida también por sentencia solemne en los Concilios de Florencia y de Trento y, por último, confirmada y más expresamente declarada en el Concilio Vaticano, que promulgó sin restricción: «Los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento… tienen a Dios por autor» (Dz 3293).

Y todavía «las cosas divinamente reveladas que se encierran por escrito en la Sagrada Escritura y que en esta se nos ofrecen fueron consignadas bajo el soplo del Espíritu Santo. Pues la Santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene como sagrados y canónicos los libros completos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor y fueron como tales transmitidos a la Iglesia. En la redacción de los libros sagrados Dios escogió personas humanas, de las cuales se valió sin quitarles el uso de las propias capacidades y facultades, a fin de que, actuando Él mismo en ellos y por ellos, transmitiesen por escrito, como verdaderos autores, todo y solo aquello que él mismo quisiese» (Dz 4215).

Como vemos Dios se valió (como Él acostumbra hacer) de criaturas para propagar y difundir sus enseñanzas dadas aquí en la tierra, por Nuestro Señor, respetando entretanto las características propias a cada uno, de modo que podemos, estudiando los Evangelios percibir el estilo personal de cada escritor.

Por el Diác. Michel Six, EP
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[1] Introducción basada en: Escola MATER ECCLESIAE, de Mons. Estêvão Bettencourt.
[2] Cf. MONLOUBOU, L.; BUIT, F. M. du. Dicionário biblico universal. 2. ed. São Paulo: Vozes / Santuário, 2003.
[3] Cf. Mc.: 1, 29-31; 5, 37; 9, 2; 11, 21; 14, 33; 13, 3; 16, 7, etc…
[4] Cf. HOEPERS, Mateus, Pe, Dr, Frei. Os santos evangelhos. 3. ed. Petrópolis: Vozes, 1963.
[5] Curso Bíblico por correspondencia, Escola Mater Ecclesiae, Dom Estevão Bettencourt.
[6] Curso Bíblico por correspondencia, Escola Mater Ecclesiae, Dom Estevão Bettencourt.

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