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Bangui (Miércoles, 19-12-2018, Gaudium Press) El padre Federico Trinchero, misionero carmelita que sirve en el Carmelo de Bangui, República Centroafricana, compartió un conmovedor testimonio sobre la fidelidad de los sacerdotes de este país, quienes enfrentan un grave clima de violencia pero se mantienen firmes en su resolución de continuar sirviendo al pueblo a pesar de los riesgos que esto significa. En 2018 ya han sido registrados los asesinatos de cinco sacerdotes, además de la muerte de decenas de creyentes. «Vemos a una Iglesia que aún es joven y frágil, pero que no huye del enemigo y cuyos pastores tampoco lo hacen, porque no son mercenarios», declaró el sacerdote a la agencia Fides.
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| Los sacerdotes en República Centroafricana sirven en medio de la fuerte violencia y un clima de incertidumbre social. Foto: Fides |
«República Centroafricana parece envuelta en una red de interferencias extranjeras, promesas incumplidas de la comunidad internacional e incapacidad del gobierno nacional», denunció el sacerdote, quien realizó un informe sobre la difícil situación del país a raíz de la masacre registrada el pasado 15 de noviembre en un campamento de desplazados cercano a la Catedral de Alindao.
Según el presbítero, la matanza no fue evitada por las fuerzas internacionales presentes en el lugar. «Entre las víctimas, -además de mujeres, niños y ancianos-, también hay dos sacerdotes: el padre Célestin y el padre Blaise», comunicó el misionero. El P. Trinchero destacó la sabia decisión del Obispo local, Mons. Cyr-Nestor Yapaupa, quien en lugar de convocar a las personas a refugiarse dentro de la Catedral, donde hubieran sido acorraladas, les pidió que huyeran a la sabana. «Si los cristianos no le hubieran obedecido, el número de muertos habría sido aún mayor. El Obispo y algunos sacerdotes han decidido quedarse».
Los terribles acontecimientos ocasionaron que los sacerdotes llevarán a cabo una reunión en la ciudad de Bangui para decidir las acciones frente a la oleada de violencia. Entre ellos se encontraba el P. Donald, un sacerdote recién ordenado hace poco más de un mes. «Donald fue enviado por un tiempo para ayudar en la diócesis de Alindao», comentó el misionero. «No ha tenido tiempo de aprender a ser sacerdote pero ya ha visto a dos de ellos morir ante sus ojos».
La valentía de los sacerdotes es compartida por los seminaristas. «Les suelo preguntar si todavía quieren continuar el viaje emprendido y si son conscientes de la misión de alto riesgo que les espera», relató el P. Trinchero. «Odilon, a sus veinte años, responde por todos: ‘Tengo miedo, mon Père. Mucho miedo, pero no cambio de opinión. Todavía quiero ser sacerdote. Me gustaría decirle a Donald que yo también tengo miedo pero que, al mismo tiempo, quiero seguir haciendo lo que hago'».
Con información de Fides.
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