Washington (Lunes, 24-12-2018, Gaudium Press) Leila Marie Lawler, redactora de la revista estadounidense Crisis Magazine, dedicó un artículo a destacar el papel de la familia como «cuna del orden y de la maravilla», una respuesta a los desafíos del desorden y el distanciamiento de la realidad, así como de la falsa solución propuesta por el racionalismo.
Árbol de Navidad, de Albert Chevallier. |
La falta de contacto con la realidad, evidenciada por ejemplo en las expresiones de los niños y jóvenes en las redes sociales y que crea una situación de desorden que preocupa notoriamente a muchos padres de familia, se origina según la autora en «elegir Voluntad por encima de la razón o, para decirlo de otra manera, de creer que uno puede querer la realidad que quiere, sin hacer referencia a una Verdad que existe fuera de uno mismo».
A pesar de que el racionalismo es propuesto como una respuesta a esta situación, esta tendencia «es en sí mismo sólo un movimiento de la voluntad», explicó Lawler. «No es una atracción por la bondad, ni tampoco una aceptación silenciosa de nada fuera de sí mismo». La alternativa a estas carencia se encuentra en la formación en el hogar, donde «el currículum no importa tanto como el hogar y sus ritmos». La familia puede retornar al contacto con la verdad, la bondad y la belleza de manera vivencial.
Las fuentes para obtener este cambio se encuentran ancladas en la tradición de la vida de fe. «La bondad se expresó sistemáticamente en Los Diez Mandamientos y en lo que se denominan las Cuatro Virtudes Cardinales y las Tres Virtudes Teológicas», recordó la redactora. Los hábitos necesarios para fomentar las virtudes humanas deben ser aprendidos y ejercitados en casa. «La madre y el padre desde los primeros días imparten la vida de la virtud. El afecto y el amor hacen posible las lecciones», describió. «Desde la infancia, el niño experimenta una creciente conciencia de los demás y sus necesidades, y esta vida en común infunde prudencia, comprensión de la realidad, dependencia de la memoria y ofrece la experiencia para su formación».
«El hogar es la escuela de la virtud. Madre, devota; Padre, protector. Cuando otros crían a los niños, se nota. Porque, ¿quién más lo hará con suavidad y amor, con estabilidad , correcto, incluso si es difícil?», agregó Lawler. «Para que nuestros hijos reciban una educación en Bondad, debemos aprovechar al máximo esta temporada, no con más actividades, opiniones de expertos o conversaciones, sino viviendo en tradiciones simples y en unión con la guía litúrgica de la Iglesia». Desafortunadamente, son pocas las familias que conservan la costumbre de cantar villancicos cristianos, hacer oración con ayuda de la Corona de Adviento y contemplar de manera profunda los misterios de la Encarnación de Dios ante el pesebre.
«El Año Litúrgico es ese Orden y Maravilla, ese plan de estudios, por así decirlo, para este encuentro. Sin la familia que vive tranquilamente esta realidad en casa con tradiciones y preparaciones sencillas, comenzando de nuevo cada año en Adviento, la fe, y con ello la bondad, desaparecerá de la faz de la tierra», concluyó la autora. «Necesitamos que Cristo sea revelado en este y cada año de gracia que nos da nuestra Iglesia».
Con información de Crisis Magazine.
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