Ciudad del Vaticano (Miércoles, 26-12-2018, Gaudium Press) El Penitenciario Mayor, cardenal Mauro Piacenza, en el mensaje de felicitaciones de Navidad a los Penitenciarios de las Basílicas Romanas y a todos los Confesores afirmó que no solamente la Liturgia, sino también los Sacramentos – especialmente la Confesión y la Eucaristía – son «como que iluminados por las Solemnidades del Año Litúrgico».
En este sentido, dijo el Cardenal, especialmente en los tiempos de fiestas, los confesores «son llamados a colaborar sacramentalmente con el Señor que viene para la renovación espiritual del pueblo cristiano».
El Penitenciario Mayor subrayó:
«De la memoria viva de la Natividad de Cristo recibe una particular luz, justamente el Sacramento de la Reconciliación, confiado a la Iglesia para que administre la Sangre de aquel que está para nacer, para purificar y para plasmar, para liberar y para renovar, para hacer nacer el propio Jesús en el corazón de los penitentes».
Mirando para la Inmaculada
La Iglesia se prepara para el nacimiento del Redentor mirando para la Inmaculada, la Tota Pulchra que «puede siempre colocar en contacto cada uno de sus hijos, justamente a través de la Reconciliación sacramental, con las fuentes inagotables de la propia pureza: la Humanidad del Hijo de Dios, su sangre derramada, la luz de su Pascua, la fuerza de Su santo Espíritu», dice el purpurado.
Navidad y Reconciliación con el Padre
«El confesionario se torna así, testigo privilegiado de aquel particular misterio de la Navidad que es la reconciliación con el Padre, la justificación del pecador, la «liberación» y la renovación en él de la gracia del Bautismo, que lo asoció para siempre a Cristo, tornándolo partícipe de Su propia vida, miembro vivo del Verum Corpus natum de Maria Virgine», dijo el Cardenal Piacenza que continuó además:
El confesionario – que ve la Iglesia engendrar siempre de nuevo a sus hijos – «asume casi que los trazos de la ‘gruta de Belén’, en la cual Cristo está para nacer y para donde todo y todos acuden para acoger su venida».
El Niño Jesús que está en el pesebre «reina en el propio corazón del Confesor, que con Él aguarda la llegada de los penitentes, como la Madre y el Padre putativo esperaban la llegada de los pastores, para ofrecer a Él sus miradas repletas de estupor adorador».
La Virgen María ilumina los «Instrumentos de misericordia»
El Penitenciario Mayor, Cardenal Mauro Piacenza, afirma también en su Mensaje de Navidad a los confesores que la Bienaventurada Virgen María, «sintetiza en sí misma el misterio de la mediación salvífica de la Iglesia, iluminando y plasmando continuamente el corazón del confesor, para que se dilate, con una disponibilidad total y siempre creciente, a la grandeza de la Orden sacra que lo asocia, como instrumento vivo y necesario a la gran obra de la Salvación, para que Cristo pueda nacer y resurgir, de nuevo y todavía, en el corazón de cada penitente».
Concluyendo, desea el purpurado:
«¡Sean felices por ser instrumentos de misericordia – exhorta el cardenal al concluir – acojan en ustedes la divina misericordia y la derramen con amor inefable sobre aquellos que se presentan en el confesionario de ustedes!» (JSG)
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