Roma (Viernes, 28-12-2018, Gauidium Press) La devoción de San Pío de Pietrelcina, Padre Pío, al Niño Jesús era muy especial. Prueba de ellos es la preciosa estatuilla del Dios Infante que conservaba en su celda: una imagen de 60 centímetros de altura esculpida en madera que muestra al pequeño Jesús bendiciendo con si mano derecha y enseñando su Corazón con la izquierda.
Esta bella imagen, llamada el «Banbinello dei baci» -«El Niño Jesús de los besos»-, porque el Padre Pío no se cansaba de besarlo, puede ser venerada durante este tiempo de Navidad en la Iglesia romana de San Salvatore in Lauro. El Divino Infante, que llegó al también santuario romano de Nuestra Señora de Loreto el 24 de diciembre, permanecerá expuesto para la veneración de los fieles hasta la fiesta de la Epifanía, el 6 de enero.
Ese día habrá dos momentos en torno al «Bambinello». A las 17:00, en la Plaza San Salvatore, habrá un momento de juegos con los niños, y recitación de poesías frente a la imagen del Niño Jesús. A las 18:00 una solemne Eucaristía presidida por Mons. Gianrico Ruzza, Secretario General del Vicariato de la Diócesis de Roma. Al término, los fieles podrán acercarse a la imagen del Pequeño Rey para rendirle tributos.
«Bambinello dei Bacci» / Foto: San Salvatore in Lauro. |
La imagen del Niño Jesús del Padre Pío, que fue tallada por un artista desconocido en un único trozo de madera, fue donada por el propio santo capuchino al actor Carlo Campanini hace más de cinco décadas. Hoy es custodiada por su hija, María Pía, quien cada año, por Navidad, la confía al Santuario de San Salvatore in Lauro.
Ella cuenta cómo fue que la imagen fue entregada a su papá, de manos del Padre Pío: «Papá frecuentaba San Giovanni Rotondo, y cuando iba a encontrarse con el Padre Pío, veía esta bella estatua fuera de su celda. Un día al iniciar la primavera de 1966 le pide al Padre Pío poder hacerlo salir de su ‘confín’ de oración y llevarlo ‘al mundo’. El fraile superior no lo pensó dos veces y se lo donó. Desde entonces lo custodia mi familia».
Y es que San Pío de Pietrelcina tenía una relación muy especial con Jesús desde su Infancia. Varias personas que conocieron al santo atestiguan que tuvo varias experiencias místicas con el pequeño Hijo de Dios.
La primera conocida ocurrió en 1911, cuando Padre Pío vivía en el convento italiano de Venafro. Cuentan que de manera repentina cayó en un profundo éxtasis cuando se le presentó el Niño Jesús, pero de un modo especial, ya que se apareció con los estigmas de la crucifixión. Para algunos este era un mensaje para el santo capuchino, quien siempre habló de la relación entre la Navidad y la Pascua de la Resurrección.
Unos años después, en septiembre de 1919, el Padre Pío vivió otra experiencia con Jesús Niño. Este hecho fue narrado por el Padre Padre Raffaele de Sant’lia a Pianisi en sus manuscritos. El sacerdote fue testigo de cómo el santo llevaba en sus brazos al Divino Infante:
«Dormía en una celda estrecha, casi enfrente al número 5, que era del Padre Pío. La noche entre el 19 y 20 no podía dormir. Hacia media noche me levanté, asustado. El pasillo estaba sumergido en la oscuridad, rota solo por la luz tenue de un candil de petróleo. Mientras estaba a la puerta para salir, veo pasar al Padre Pío, todo luminoso, con el Niño Jesús en brazos. Avanzaba lentamente murmurando oraciones. Pasa delante de mí, todo radiante de luz, y no advierte mi presencia. Sólo algunos años después he sabido que el 20 de septiembre era el primer aniversario de sus llagas».
Un tercer momento místico del Padre Pío con el Niño Jesús conocido ocurrió en la Nochebuena de 1922. Lucía Lazanda, hija espiritual del fraile capuchino, vio cómo el santo, cuando se preparaba para la Vigilia de Navidad, se detuvo ante una ventana y con un muy luminoso rayo de luz apareció el Niño Jesús en sus brazos.
Con información de San Salvatore in Lauro y Portaluz.
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